FúTBOL › PARTIDO CALIENTE, RESULTADO JUSTO
Dos goles de defensores, los dos de cabeza: Bottinelli para San Lorenzo y Goltz para Huracán. Se repartieron el campo y la pelota. Fue expulsado Rivero.
› Por Juan José Panno
Como en la primera fecha de este campeonato, Huracán entró asustado, le hicieron un gol de movida, terminó empatando y sus muchos hinchas se fueron de la cancha satisfechos.
En el regreso a la Primera División, ante Arsenal, se mezclaron la propia inseguridad con los antecedentes de equipo prolijo con funcionamiento de maquinita del rival. Sin embargo, no le fue mal. En el retorno a los clásicos, en el Bajo Flores, con nombres técnicamente inferiores y un gol en contra sobre el arranque, Huracán estaba para el cachetazo; y por eso el empate les dejó sensación de “very good”.
San Lorenzo, como le pasó muchas veces en los últimos tiempos, insinuó más de lo que hizo, entusiasmó a los hinchas y buscó mucho pero, como encontró poco, terminó defraudando.
El silencio de una tribuna y el ambiente festivo de la otra en el final son consecuencia de lo que pasó en la cancha y también de lo que pasa en la tabla: San Lorenzo tiene ahora 22 puntos y demasiados equipos por encima, mientras que Huracán sumó un punto de visitante que ayuda en su pelea por zafar de la guadaña.
El espectacular clima que antecedió al partido y se mantuvo durante 90 minutos responde a los pronósticos de quienes se habían alegrado cuando Huracán consiguió el ascenso, paladeando por anticipado uno de los clásicos de barrio más coloridos del fútbol mundial.
Mucho marco y poca pintura. Apenas algunos pincelazos trazados por las cabezas de Bottinelli, Goltz y Silvera, los pies de Sánchez Prette, Franzoia, Rivero y Poggi, y las manos de Barovero y Orión. Se repartieron el dominio del campo y la pelota, las situaciones de gol y los méritos.
San Lorenzo pudo liquidar el partido en el arranque. Hizo un gol (corner de Aureliano Torres, cabezazo de Bottinelli) y pudo meter dos más en las llegadas siguientes; pero después empezó a especular con el contraataque y la desesperación del rival, en vez de continuar con al presión. Cuando Huracán salió de la sorpresa del mazazo inicial, empezó a enhebrar buenas jugadas en el medio y explotó bien las espaldas de Bilos y Rivero, y la gran distancia que había entre los carrileros y los laterales. El empate, que se empezó a oler en la medida en que Sánchez Prette movía mejor los hilos y apuntaba a las cabezas de sus compañeros en los tiros libres, se produjo a los 35 minutos, cuando Goltz cabeceó un pelotazo frontal y colocó la pelota contra el palo derecho de Orión.
Lo mejor del partido estuvo en el lapso que separó a los dos goles. Porque después del 1 a 1, de a poquito los jugadores de Huracán fueron cediendo la posesión de la pelota para especular –como antes lo había hecho el rival– con una contra.
En el segundo tiempo creció la expectativa con las entradas de Romeo y la Gata Fernández por un lado y Barijho por el otro, pero poco aportaron: San Lorenzo con un remate de Ortiz, que tapó bien Barovero; y lo pudo ganar Huracán con un zapatazo de Sánchez Prette, que salvó Orión. Pero el 1 a 1 se mantuvo inalterable para satisfacción de Huracán y desazón de San Lorenzo.
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