En Victoria, Tigre le ganó 3-0 a San Martín de San Juan y sigue metido en la pelea. El equipo de Diego Cagna se recuperó de la derrota ante Lanús y fue muy superior a los sanjuaninos, que siguen en zona de descenso. Román Martínez, la figura del partido, abrió la cuenta con un golazo y el paraguayo Néstor Ayala metió otros dos para redondear una victoria inobjetable. El matador se puso a cinco puntos del líder Lanús y demostró que quiere seguir en el “club de la pelea”.

El 27 de enero de este año, con sólo 37 años, debutaba Diego Cagna como técnico de Tigre. En el mismo escenario y ante el mismo rival que ayer, aquella vez empataban

0-0 y seguramente nadie se hubiese imaginado este presente. Ya en la máxima categoría, pero con prácticamente los mismos jugadores, el Tigre de Cagna fue ampliamente superior a los de Quiroz y sigue prendido en el lote de los de arriba, a cinco de Lanús.

Con la vuelta de Blengio en el fondo, el técnico pudo poner a su once ideal y eso se notó rápidamente en la cancha. Por momentos da la sensación de que los hombres de Tigre podrían jugar con una venda en los ojos e igual sabrían dónde se ubica cada compañero.

Ayer se acentuó lo que se vio en la mayoría del torneo: es un equipo que se conoce a la perfección. Castaño, la punta más retrasada del rombo que forman en el medio, sabe que tiene las espaldas bien cubiertas por los tres del fondo, pero también que debe hacer los relevos de Rusculleda y Galmarini, que van por los costados. Este movimiento permite que se suelte Román Martínez, quien ayer fue más Román que Martínez y tocó, distribuyó y hasta abrió el partido con un golazo: doble pared, primero con Ayala, después con Lázzaro y toque suave ante la salida de Monasterio.

Arriba, Tigre tiene a tres hombres que rotan todo el tiempo. El paraguayo Néstor Ayala generalmente es el más retrasado, pero no es un enganche estático sino que llega siempre hasta las narices del arquero rival. El ejemplo fue el segundo gol, cuando empujó la pelota sobre la línea luego de una serie de rebotes en el área y un centro de Ereros.

Justamente el ex Vélez le da la cuota de vértigo y velocidad clave al equipo. Desbordó y les ganó siempre a Nanía y a Kondratiuk. Leandro Lázzaro, su jugador más adelantado, hizo el trabajo sucio de bajar a pivotear, aguantar la pelota y esperar la llegada de los del medio. En este partido no estuvo preciso y no aprovechó varias chances de marcar.

Pero quince minutos le alcanzaron al local para resolver el partido. Después reguló un poco hasta liquidarlo en el inicio de la segunda parte con una buena triangulación de Martínez, Lázzaro y Ayala, que definió el paraguayo.

Pasaron menos diez meses de aquel partido ante los sanjuaninos que marcó el primer encuentro de Cagna con Tigre. Después llegaría el ansiado ascenso y esta gran campaña en la máxima categoría, que lo mantiene ilusionado y pensando en seguir dejando huellas.