Lunes, 12 de noviembre de 2007 | Hoy
FúTBOL › EL CUATRO A CERO RENOVO LAS ILUSIONES DEL EQUIPO AZUL Y ORO
Dos cabezazos de Palermo abrieron el partido, un toque de Palacio y un zurdazo de Alvaro González lo cerraron. El equipo boquense fue muy superior a un rival que sólo lo inquietó en el arranque del encuentro. Battaglia fue la figura y La Volpe, el centro de las cargadas.
Por Facundo Martínez
No era un partido más para Boca. Era un encuentro clave para no perderle los pasos al Lanús, el líder del torneo Apertura, a tres fechas del final, y una inmejorable oportunidad para los de Miguel Angel Russo para volver a mostrarle al ahora entrenador de Vélez, Ricardo La Volpe, lo simple que los jugadores pueden hacer las cosas más allá de cualquier sistema de juego. Boca fue el que demostró una mayor concentración y actitud, y con dos goles de Martín Palermo, uno de Rodrigo Palacio y otro del uruguayo Alvaro González se llevó un triunfo contundente, que tuvo a Sebastián Battaglia como figura absoluta, dueño del mediocampo.
Otro partido habrá imaginado La Volpe, con Vélez teniendo la pelota y Boca corriendo atrás, desesperado, y los astros ayudándolo con sus ocultas energías. Pero no fue eso lo que sucedió ayer en la Bombonera. Porque Boca se sacó un diez en actitud, y eso fue fundamental para explicar la superioridad del local ante un rival que no tuvo el juego ni las ideas necesarias como para inquietar al arquero Pablo Migliore, que atajaba su primer partido en el torneo.
Vélez había insinuado peligro en los primeros minutos, en los que apenas se destacó un cabezazo de Bustamante. En cambio, con un sólido trabajo en el mediocampo y con un Palacio imparable, Boca llegaba con cierta facilidad, más allá de que no encontraba caminos como para darles un buen final a sus intentos.
La apertura del marcador llegó tras un saque lateral por la banda derecha. Sorprendió Alvarez, haciéndolo para Ibarra, quien a su turno sacó un centro al segundo palo que encontró mal parada a la defensa velezana. La pelota superó el intento de Pellerano por despejarla y Palermo, a espaldas de defensor, conectó con un cabezazo cruzado para abrir la cuenta. Era justa la ventaja, porque Boca hacía hasta ahí un poco más.
Los de La Volpe no reaccionaron a tiempo y a Boca, aprovechando las imprecisiones de los visitantes, le alcanzaba con ganar las divididas para estar siempre un escalón arriba. Cardozo se parecía más al jugador que era durante el paso de Alfio Basile, y González confirmaba que su ingreso había sido una decisión atinada.
Justamente el uruguayo abrió el paso al segundo tanto de Boca. Complicó y se complicó en el área de Vélez, después apareció Cardozo para limpiar hacia el lateral, donde esperaba Ibarra para volver a sacar un centro calcado al del primero, que tuvo igual cierre de Palermo, otra vez a espaldas de Pellerano.
Faltaban disputarse los últimos 45 minutos, pero nadie –ni siquiera los hinchas de Vélez– podía imaginar un resultado adverso para Boca. Las diferencias ya habían quedado expuestas. Sin embargo, los de Liniers tuvieron un arranque algo prometedor en el complementario. Y aunque le faltaba fuerza como para arrimarse con claridad al arco de Migliore, una serie de disparos de media distancia, todos desviados o a las manos del habitual arquero suplente de Boca, no pasaban de las buenas intenciones.
Boca regulaba, reservaba energías, pero no abandonaba la lucha y cuando podía se las ingeniaba para complicar al fondo velezano que, por contraorden de La Volpe, pasó de defender con tres a una línea de cuatro bien definida y prácticamente inmóvil.
La goleada comenzó a tejerse en el último tramo del partido. Cardozo fue la pieza clave. En el tercero, el volante metió un cambio de frente impresionante, que González paró con el pecho sobre el vértice del área chica y ante la salida de Montoya tocó para la definición de Palacio; en el cuarto, apenas un minuto después, entre tres defensores de Vélez, Cardozo sacó una linda habilitación para que González definiera con total soltura. En los últimos minutos, con la goleada consumada, Boca no fue por más: prefirió la sobriedad y eligió reservar sus energías para el triple cierre que tendrá el torneo.
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