Después de vivir durante la semana con plenitud los pormenores del distanciamiento entre el goleador Martín Palermo y el volante Juan Román Riquelme, Boca dispuso ayer de una buena oportunidad para confirmar la recuperación que evidenció en la goleada ante Arsenal en la Bombonera, el partido que marcó el debut de Roberto Pompei y en el que Palermo logró el gol que lo convirtió en el máximo goleador del club y cuyo festejo, dividido, destapó la olla de las miserias boquenses. Pero sin Juan Román Riquelme en la cancha, por lesión, y con Palermo –el escenario que acaso sueña y espera Guillermo Barros Schelotto para dar el sí como DT–, Boca volvió a penar, esta vez en el estadio del Bosque, cayendo ante Gimnasia, en un partido en el que no fue siquiera el bosquejo del equipo que el lunes de la semana pasada había hecho delirar a los hinchas boquenses.

Desde el arranque, Gimnasia fue más que Boca, que sufría la desconexión entre volantes y delanteros. Los platenses llegaban con cierta facilidad al arco de García y aunque muchas veces estuvieron a tiro de poder abrir el marcador, no lograban concretar. Antes de que el equipo boquense tuviera, a los 14 minutos, su primera chance de gol –un remate de media distancia de Medel–, Gimnasia había desperdiciado cuatro situaciones. Las más claras: un peligroso mano a mano de Stracqualursi, que se demoró y terminó perdiendo la pelota, y un potente remate de Ormeño, quien se desprendió por la derecha y sacó un bombazo a las manos de García.

Cuando se enchufó Insúa, Boca vivió un momento de plenitud, que fue breve. Chávez pudo abrir la cuenta con un derechazo tremendo desde la media luna, pero Sessa despejó y después Gaitán quedó mano a mano con el arquero del Lobo, que lo presionó y terminó ganándole la pelota. Después volvió a aparecer Gimnasia y, hasta el final de la primera parte, retomó el dominio del trámite, con un buen trabajo de Ormeño por la derecha y con la inquietante presencia de Stracqualursi y Marco Pérez en el área boquense. En la segunda parte, Gimnasia potenció lo que había hecho en la primera parte hasta que, a los 58 minutos, tras un centro por la izquierda, Marco Pérez, que se levantaba en el medio del área tras haber sido derribado por una claro empujón, se elevó de espaldas al arco junto al gigante Stracqualursi y conectó de chilena sobre el ángulo izquierdo de García para poner a su equipo en ventaja por 1-0.

Gimnasia se cerró bien atrás y renunció a liquidar el encuentro cuando Pérez salió con un desgarro. Boca volvió a arrimar peligro sobre el arco de Sessa. La más clara fue un remate de Marino contra un palo, y luego un centro de Mouche que Palermo no llegó a conectar por centímetros, entrando libre por el segundo palo. Ya sobre el final, Boca reclamó penal ante una clara falta de Iriarte sobre Gaitán, que se metía en el área con la pelota dominada, pero fue derribado en la puerta antes de cruzar la línea.

Ni siquiera los ingresos desesperados de Mouche y Viatri, para que Boca terminara atacando con cuatro delanteros, alcanzaron para disimular las carencias. Una cosa es Boca con Riquelme y otra muy distinta es sin él. Una diferencia imperceptible para aquellos barrabravas que ayer, “armado o recontra armado”, colgaron una bandera en la que optaban por Palermo en desmedro del volante.

Estadio: Gimnasia.

Arbitro: Federico Beligoy.

Goles: 58m Marco Pérez (G).

Cambios: 60m Marino por Insúa (B), 65m Castro por Ormeño (G), 67m Mouche por Medel (B), 71m Vizcarra por Marco Pérez (G), 78m E. González por Romero (G), 81m Viatri por Chávez (V).