Lunes, 24 de mayo de 2010 | Hoy
FúTBOL › ALL BOYS LO VENCIó 3-0 EN ROSARIO, PERO LAS RAZONES FUTBOLíSTICAS NO SON LAS úNICAS
El descenso es el corolario de causas penales, la mala administración de la última década, manejos espurios de representantes y barrabravas, así como la sordera de la actual conducción. Jugó mal la Promoción y fue claramente superado.
Por Alejo Diz
Desde Rosario
El aplauso final que los simpatizantes de Central les dieron a los jugadores de All Boys tras la derrota 0-3 prueba que el desenlace deportivo no tomó por sorpresa a los hinchas en Arroyito. Hace tiempo que el equipo canalla juega mal al fútbol y por eso dejaron de estar entre los 20 mejores clubes del país. Eso quedó claramente en evidencia. A los ojos de todos, quizá no estuvo lo mal que la institución fue administrada en la última década, cuanto menos. Al doloroso presente sólo se podrá interpretar si se mira el pasado, allí donde hubo abundancia de causas penales, danza de billetes que desaparecieron, un intervención judicial que tiró una soga de auxilio, la barra brava tomando el mando de las inferiores y los oídos sordos del actual gobierno, piezas que ayer encastraron para dibujar la imagen más triste que se conociera en colores auriazules de mucho tiempo a esta parte.
Así como lo campeones no se construyen de casualidad, con la contratación de dos refuerzos o un entrenador, a un club como Central no se lo manda al descenso como sucede con Olimpo de Bahía Blanca. Central tiene mucha mayor fuerza institucional, la que resistió todo, del desfalco de la tesorería al hurto deliberado de sus jugadores. Pero Horacio Usandizaga nunca detectó esa debilidad.
Central empezó a perder la categoría cuando Víctor Vesco debió quitarle un poco de atención al club para privilegiar los reclamos de su salud. El escribano nunca toleró vivir sentado en otro lugar que el sillón presidencial. En su última gestión de esa compulsión se aprovecharon sus compañeros de Comisión Directiva, que dejaron a la entidad con heridas graves.
En Arroyito todavía no se sabe dónde fue a parar el dinero que pagó el Birmingham por el pase de Luciano Figueroa. La plata se depositó en una cuenta del Citibank de Nueva York y allí se perdió el rastro financiero de más de 3 millones de dólares. La Justicia investigó, juntó pruebas y luego el juez Hernán Postma archivó la causa, donde más de 11 pericias lograron dilucidar cómo saquearon a Central. La Justicia entusiasmó a muchos. Investigó y avanzó a fondo, hasta que algún interés con ascendencia en tribunales todo lo frenó, intentando postrar al olvido miles de fojas del expediente.
Hasta lo que no se podía ceder se vendió. Eso ocurrió con los derechos de formación, patrimonio imposible de transferir porque es de las entidades y su cobro lo gestiona gratuitamente la AFA. Se le dio un porcentaje al agente FIFA, Juan Carlos Silvetti. La relación entre el representante y la anterior dirigencia llegó a altos niveles prolíficos para las partes, hasta el punto que un día las inferiores se quedaron sin talento, por la omnipresencia en las canchitas de Granadero Baigorria del nuevo amigo de la dirigencia y de los barras. El coordinador José Aurelio Pascuttini fue amenazado por poner a los mejores en lugar de los que eran representados por el hombre con apego al gobierno, lo amenazaron y se fue.
Mismo destino corrió el ex presidente Pablo Scarabino, a quien sus propios compañeros de gestión echaron del club. Entonces fue allí como la Justicia, que atraviesa a la entidad por su convocatoria de acreedores, se asustó al ver al club desbarrancarse en lo financiero, y llegó la intervención que lo rescató para los socios.
Las elecciones dieron ganador por abrumadora diferencia de votos a Horacio Usandizaga. El Vasco, que no quiso presentarse en los comicios de 2006 porque todavía estaba abierto el expediente donde se investigaba el gobierno de su amigo Víctor Vesco, se postuló en 2007, con la causa del escribano ya archivada por Postma y el campo yermo para disparar su vehemencia verbal contra sus antecesores. De Scarabino dijo todo; de Vesco, nada.
No sabía Usandizaga cómo se sacaban las cuentas del promedio cuando asumió, pero no dudó en pactar con los inversores. La defensa de Central empezaba a ser sólo del orden retórico, donde tan cómodo se siente.
Cedió la pelota del fútbol profesional a su hijo Manuel, que nunca antes había ido al Gigante de Arroyito. Con los antecedentes que traía el club –donde se llegó a vender a un jugador por más del ciento por ciento y a Mauro Cetto, por ejemplo, se lo transfirió a un representante que al día siguiente lo negoció por el triple que lo pagó–, Usandizaga creyó que con tener los sueldos al día, conducta administrativa por cierto desconocida en Arroyito, alcanzaría para diferenciarse del resto y mantener altiva la bandera de la “honestidad”.
Durante tres años, el club pagó por futbolistas lo que no valían. Por sumas exorbitantes llegaron jugadores como Pablo Alvarez, Martín Astudillo, Choy González, o entrenadores como Miguel Russo y Gustavo Alfaro, que cobraron contratos por cifras sin analogías para la economía de nuestro fútbol. “Sí, soy autoritario, pero la gente me conoce así”, desafió el Vasco en la conferencia de prensa donde ratificó a Ariel Cuffaro Russo.
La Justicia aún está a la tarea de ver qué pasó con la gestión de Scarabino. Si algún día se sabe lo que sucedió en aquel período de gobierno, entonces el hincha podrá ilusionarse en que todo lo que vendrá será para mejor, aunque cueste entenderlo justo el día en que Usandizaga remató al agonizante Central con la bala de su soberbia.
Estadio: Central.
Arbitro: Néstor Pittana.
Goles: 7m Vieytes (AB); 43m Campodónico (AB); 65m Vella (AB).
Cambios: 45m Zelaya (4) por Caraglio, Carrizo (6) por Chitzoff y Jonathan Gómez (5) por García (C); 61m Panceri por Vieytes (AB); 71m Coudannes por Pérez García (AB); 79m Solchaga por Campodónico (AB).
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