Palermo no se deprime nunca. Aunque pasen varias fechas sin convertir, aunque las cosas no le salgan medianamente bien por sus propias torpezas o por la falta de creación de juego de sus compañeros, el hombre no baja nunca los brazos. Ayer dio una nueva muestra de su entrega, su voluntad de fierro y su vocación goleadora. Y tuvo una participación protagónica en los goles que le permitieron a Boca conseguir tres puntos vitales.

En el primero recibió un buen pase de Chávez y, como vio que Viatri venía de atrás, tocando pito, le dejó servida la pelota para que metiera un derechazo tremendo y rompiera la red de Tombolini. En el segundo recibió un rebote afortunado, producto de la presión que ejercía Boca, y quedó cara a cara con Tombolini. La pelota le cayó a la derecha y le pegó como pudo. El arquero de Olimpo alcanzó a manotear, pero no pudo evitar el gol. El tercero, el que liquidó todo, nació en un pelotazo cruzado de derecha a izquierda que cayó en sus pies. Bajó la pelota de un modo poco ortodoxo y sin mirar, acaso imaginando que podía encontrar a uno como él en el segundo palo, mandó el centro de media vuelta. Encontró a Insaurralde, quien sin marca, puso el 3-1. Un ratito después se fue de la cancha ovacionado, exhausto, feliz por esta nueva contribución.

El 3-1 puede dar la sensación de que Boca consiguió una cómoda victoria, pero no fue así. Cómoda parecía en el arranque, cuando los volantes de Olimpo no podían con el medio juego de Boca, ni con las subidas de Gaona Lugo, y mucho más cuando, a los 14, Viatri abrió el marcador. Pero bastó que Olimpo metiera la primera estocada, tres minutos después del gol de Viatri, para que Boca entrara en un cono de sombras. El gol de los bahienses nació en un centro al corazón del área que no pudo cortar ningún defensor y que le permitió a Cobo tocar suavemente la pelota ante la salida no positiva de Lucchetti, que no pudo cubrir.

Suele pasarle muy seguido a este Boca: arranca bien, pero ante el primer contratiempo se desmorona, pierde precisión en las entregas, deja resquicios en el fondo y comienza a espaciar sus excursiones hacia el arco rival. Hubo un rato muy pálido de los boquenses en los que Olimpo manejó libremente la pelota, aunque sin provocar demasiado peligro. El de los bahienses es un conjunto muy limitado que, sin embargo, se movía sin inconvenientes en todos los sectores de la cancha.

Le costó casi un tiempo al equipo de Borghi retomar el control del juego. Lo consiguió sobre el primer cuarto de hora del segundo tiempo, con las entradas de Cañete y Méndez. Una casualidad lo dejó a Palermo cara a cara con Tombolini. Y a partir de ahí se empezó a escribir otra historia.

Después del segundo hubo una jugada parecida a la del empate de Olimpo, pero Rolle le dio mal y desaprovechó una chance muy clara. Lo que hubiese pasado si Olimpo empataba en ese momento es fácil imaginarlo. Pero Rolle falló, Insaurralde no erró cuando tuvo la posibilidad de marcar su primer gol en el club y ya no hubo nada que discutir. Es más: Boca tuvo un par de ocasiones para llegar al cuarto, pero hubiera sido un premio excesivo.

Estadio: Olimpo.

Arbitro: Héctor Baldassi.

Goles: 14m Viatri (B); 18m Cobo (O); 61m Palermo (B); 69m Insaurralde (B).

Cambios: 59m Méndez por Gaona Lugo (B) y Cañete por Chávez (B); 66m Rolle por Longo (O); 72m Castillón por Cobo (O); 78 Panigutti por Bareiro (O); 81m Monzón por Palermo (B).