Lun 27.12.2010
libero

FúTBOL › UNA REFERENCIA INEVITABLE DE LA ACTIVIDAD LOCAL

Verón

De adentro hacia afuera

› Por Ariel Greco

Terminó 2010 con el título de campeón, pero no fue su mejor año. Incluso, por una molestia, terminó el último partido fuera del campo, aunque Estudiantes todavía no se había garantizado el campeonato. Pero a pesar de las lesiones que lo persiguieron, y de que su rendimiento no fue tan determinante como en otras temporadas, Juan Sebastián Verón volvió a convertirse en la referencia inevitable del fútbol argentino. Tanto por su presencia como por su ausencia en el terreno de juego. E incluso por lo que dijo y hasta por lo que no dijo a lo largo de 2010.

Para ganarse su lugar en lo más alto del año futbolístico, a Verón le alcanza con ser el principal estandarte de Estudiantes, el mejor equipo argentino de los últimos 365 días. Vélez, el otro conjunto que podría pelear por ese honor, terminó sin ningún logro y a 15 puntos de distancia del equipo de Alejandro Sabella en la tabla acumulada. Pero en 2010 no todo fue tan bueno como el conjunto platense y Verón lo soñaban. En el primer semestre, si bien la situación parecía encaminada hacia el doblete de la Libertadores y el campeonato, se terminó quedando sin nada.

El título del Clausura se le esfumó de las manos de manera casi increíble. En el primer tiempo del partido como local de la penúltima fecha ante Central, que ya tenía destino seguro de Promoción, Verón le aplicó un codazo en la mitad de la cancha al pibe Rivero y se ganó la expulsión. Más allá de las protestas, la roja estuvo bien mostrada y, con un hombre menos, el hasta entonces puntero apenas rescató un punto. No fue lo peor. Con una remontada inolvidable, Argentinos convirtió dos goles en el tiempo de descuento ante Independiente para estampar el 4-3 que lo dejó como líder a falta de una jornada. Cosa de Brujas: Verón vio desde afuera la última fecha, cuando a Estudiantes no le alcanzó una goleada en Santa Fe y miró a la distancia los festejos de Argentinos.

En la Copa Libertadores, la frustración fue parecida. Tras haber perdido 1-0 en el encuentro de ida en Porto Alegre, el conjunto de Sabella vencía 2-0 en Quilmes a Internacional y se sacaba de encima al principal escollo en el camino al bicampeonato de América. Sin embargo, en medio del humo de la pirotecnia que tiraban los hinchas para celebrar el pasaje, los brasileños anotaron el tanto del descuento a través de Giuliano a falta de tres minutos y eliminaron al campeón. A Verón, de gran torneo, se le escapó la posibilidad de levantar la Copa por segundo año seguido.

Para borrar esos dos golpes, al capitán pincha le llegaba la gran oportunidad del Mundial de Sudáfrica, luego de no haber sido convocado en Alemania 2006. “Verón es mi Xavi”, aseguró el entrenador Diego Maradona en la previa, con lo que mostraba la confianza en el mediocampista, que a esa altura estaba alojado en la misma habitación de Lionel Messi en Pretoria y parecía el ladero ideal del crack del Barça para buscar el título del mundo. Una nueva molestia muscular lo sacó del campo cuando promediaba el segundo tiempo del debut ante Nigeria. “A Verón no lo voy a arriesgar, lo necesito bien más adelante”, aseguró el DT para justificar su ausencia ante Corea del Sur, pese a que ya lucía recuperado. Pero ese más adelante nunca existió. Relegado por Maxi Rodríguez en el mediocampo y con el tridente Messi-Higuaín-Tevez en el ataque, Verón vio el resto del campeonato desde el banco de suplentes, salvo en el intrascendente partido ante Grecia.

Tras la eliminación ante Alemania, la palabra del “Xavi de Maradona” era una de las más buscadas. Sin embargo, Verón eligió el silencio. Hasta retó de manera pública a su padre, Juan Ramón, que había declarado que no entendía para qué Maradona había llevado a su hijo a Sudáfrica. Pasado el tiempo, los reproches al ya ex entrenador de la Selección fueron mínimos, más allá de su lógica molestia por no haber jugado el tiempo que pretendía.

En el Apertura, otra vez su incidencia con la palabra quedó marcada a fuego en la campaña del campeón. “En este plantel hay muchos remolones”, dijo luego de la caída ante All Boys y la eliminación en la Copa Sudamericana a manos de Newell’s. “Para mí sería más fácil tirarme en una camilla, pero acá hay que dar el ejemplo”, aseguró en ese momento. Tras esas frases picantes, Estudiantes hilvanó una seguidilla de tres triunfos seguidos en una semana con Verón en el terreno –Boca, Gimnasia y San Lorenzo– y se encaminó hacia la cima del certamen. También tuvo tiempo de agregarle pimienta al certamen con los jugadores de River, luego de la patada de Jorge Curbelo a Erik Lamela. “Parecemos nenas, el fútbol es para hombres”, dijo el capitán de Estudiantes porque en River habían expuesto las marcas que había sufrido el juvenil tras la violenta infracción del zaguero de Godoy Cruz. “Cuando venga en la fecha 18ª, le vamos a demostrar que no somos nenas”, respondieron Almeyda y compañía. No hubo posibilidad de cruce. En la fecha anterior, Verón recibió su quinta amarilla en el partido ante Argentinos, pero sus compañeros disimularon su ausencia con un contundente 4-0 que allanó el camino al título.

En la jornada final, Estudiantes no encontraba los caminos para vulnerar a Arsenal y el 0-0 parcial determinaba una final con Vélez. Averiado, Verón dejó la cancha para el ingreso de Hernán Rodrigo López, que casualmente anotó los dos goles para que el conjunto platense, con su capitán a un costado, celebrara el undécimo título de su historia. “Estudiantes es, sin dudas, el mejor. Esto es muy importante para nosotros, no es fácil salir campeón. Nos lo debíamos como grupo y como institución”, aseguró tras la consagración. Verón, el emblema del campeón, otra vez, en 2010, resultó el símbolo del fútbol argentino.

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