FúTBOL › LA VICTORIA DE BOCA EN EL CLáSICO SE CONSTRUYó A PARTIR DE UN ERROR DEL ARQUERO DE RIVER
Carrizo en contra y Palermo convirtieron los goles en un superclásico de poco vuelo futbolístico. Lucchetti fue una de las figuras del equipo de Falcioni, que ganó sin mostrar demasiado. River no está en la Promoción.
› Por Juan José Panno
Cuenta la leyenda que el otro Carrizo, el Carrizo grande de la historia de River, Amadeo, no quería jugar en la Bombonera. No se bancaba la presión, ni las cargadas. Dicen que en 1965, en el entretiempo de un partido que ganaba River 1-0 con un gol de Artime, el Beto Menéndez se burló de él en el túnel, Carrizo le tiró una trompada y no quiso salir a jugar el segundo tiempo. Lo convencieron sus compañeros. En el complemento empató Pianetti pateando desde Saturno y sobre la hora Menéndez hizo el segundo. Ganó Boca y poco después se consagró campeón.
Amadeo fue un grande, para muchos el mejor arquero de nuestra historia. Juan Pablo es un buen arquero, tiene una carrera con altibajos y está atravesando por un gran momento que, hasta ayer al menos, lo hacía sentirse agrandado. “¿Estás pasando por tu mejor momento?”, le preguntó un cronista de la TV después de la victoria ante Racing. “Sí”, respondió, sin dudar. Por todo esto sorprendió el manotazo hacia la red, un error de principiante en la jugada clave del superclásico.
Cualquier análisis que se intente, cualquier explicación del resultado, deberá tomar como invariable punto de referencia el minuto 28 fatal para Carrizo y para River. Es que hasta ahí Boca no había generado ninguna situación de riesgo, no controlaba la pelota y se mostraba impotente para ponerles freno a los encuentros de Pereyra y Lamela por la izquierda, a las espaldas de Somoza.
La prédica de Jota Jota López, el pedido de la pelela en sus declaraciones previas (“los clásicos no hay que perderlos”) y la condición de local impulsaron a Boca a ir al frente. Eso sí: iba mal. A lo bruto, sin ideas y le dejaba un agujerito a su rival. River era más cuando llegó el manotazo de Carrizo y como si eso fuera poco, tres minutos más tarde, en una jugada de carambola a tres bandas, Palermo encontró una pelota picando en el área, Carrizo quedó desacomodado (ahí, sin culpa), el Loco midió el frentazo y mandó la pelota a la red.
El fútbol tiene estas cosas. El árbitro Loustau no había cobrado un penal de Insaurralde a Funes Mori, Lucchetti apuntaba para figura, Boca casi no había pateado ningún tiro al arco y tenía el 2-0 en el bolsillo.
La otra jugada clave del partido se produjo en el inicio del segundo tiempo. Pavone le metió un caño a Caruzzo en el área, tiró cruzado pero sin mucha fuerza y Monzón salvó sobre la línea. Ahí se pinchó el equipo de Jota Jota. Mantuvo como estandarte a Lamela con sus gambetas y a Almeyda con su coraje, pero no alcanzaba. Y de a poquito Boca pasó a tener el comando del juego. Riquelme, Chávez y elenco empezaron a manejar la pelota y tranquilizaron a los hinchas, que a diez minutos del final ya se habían dado cuenta de que la victoria no corría peligro.
Boca no mereció ganar. El resultado clavado del partido era el que pedía Jota Jota López, el empate, pero tal vez fue de tanto querer empatar que River perdió. Suele pasar. Y en esos casos no queda otra que resignarse. O ir a llorar a la iglesia, que viene a ser lo mismo.
Estadio: Boca.
Arbitro: Patricio Loustau.
Goles: 28m, Carrizo (R), en contra; 31m Palermo (B).
Cambios: 22m, González Pirez (5) por Maidana (R); 64m, Lanzini por Acevedo (R); 83m, Viatri por Palermo (B); 84m, Erviti por Mouche (B); 90m, Noir por Riquelme (B).
Incidencias: 90m, expulsados C. Rodríguez (B) y Almeyda (R).
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