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Lunes, 25 de julio de 2011

FúTBOL › OPINIóN

Festejan empates, laterales y tarjetas

 Por Diego Bonadeo

Parece que no hubiera “vergüenza de haber sido, ni dolor de ya no ser”. Pueden ser excusables los juveniles de Costa Rica y de México, y hasta cierto punto el fútbol menos indecente de esta Copa América, que fue el que trataron de jugar los futbolistas venezolanos.

Tampoco admiten análisis las desvergüenzas de quienes gastaron fortunas para remodelar o construir estadios en un año electoral, ni tampoco quienes parecen no haber rendido cuentas de lo sucedido con el terreno de juego del Estadio Ciudad de La Plata.

Pero quizá lo más notorio –aunque acaso lo menos grave– en relación con lo que no debe ser haya sido el bochornoso espectáculo que en cuanto al juego dieron casi todos los participantes en casi todos los partidos, con la complicidad y complacencia de todos, pero especialmente de los comunicadores, que anunciaban con absoluta irresponsabilidad “la apasionante definición” o “el gran partido” que, por supuesto, todavía no se había jugado y que, una vez terminado, era generalmente un fiasco.

Ni siquiera la temprana eliminación de algunos de los supuestos candidatos –como Argentina, Brasil, Colombia y Chile– atemperó la euforia de quienes desde la perversidad de los mensajes parecen haberse acostumbrado a festejar los empates, los saques laterales o las tarjetas amarillas.

Por lo menos en la final, la selección uruguaya terminó con la novedosa estupidez del resultadismo, “lo único que importa es empatar”, a partir de la llegada a la final de Paraguay sin haberle ganado a nadie.

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