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Lunes, 17 de febrero de 2014

FúTBOL

Debate para todos

Con la segunda fecha del torneo Final ya completa, la incertidumbre sobre el futuro del programa Fútbol para Todos parece haber quedado atrás. Un buen momento, entonces, para la reflexión sobre el tema que tuvo en vilo, innecesariamente, a la gran masa de hinchas de fútbol que disfrutan de las transmisiones gratuitas.

Por Daniel Guiñazú

Pura y dura disputa de poder

A medida que fueron avanzando los días y se revelan entretelones del sonado caso Fútbol para Todos-Tinelli-Torneos-La Cámpora, empieza a parecer una buena decisión el haber dejado todo como estaba. Aquí van algunas de las razones:

(1) Si la idea era despolitizar la pantalla, hacerles una lavada de cara a las transmisiones o dejar de poner publicidad oficial, no era necesario traer a Tinelli y a Torneos para hacerlo. Perfectamente puede La Corte, la actual productora, hacerse cargo de la tarea. Con una orden/indicación/sugerencia desde la Casa Rosada/Olivos/El Calafate bastaba y sobraba. Y, en efecto, así se hizo. Durante los partidos del fin de semana pasado de Primera y de la B Nacional, el único aviso del Gobierno era el vinculado con la campaña “Precios Cuidados”. El resto de los sobreimpresos fueron avances de programación de los canales que emitieron esos encuentros.

(2) Mucha gente que trabajó en Torneos y resultó clave en la construcción de su poderío entre 1993 y 2009, hoy está trabajando en el Fútbol para Todos. Por ejemplo, el director de cámaras Juan Loschiavo fue uno de los creadores (junto con Juan Cruz Avila, el hijo de Carlos, y el productor José D’Amato) de la estética de transmisión de TyC. Fueron ellos los que determinaron cuántas cámaras debían ponerse, dónde ponerlas y cómo mostrarlas al aire. También, el criterio artístico para producir y armar aperturas, clips y hasta los compactos de los partidos. Lo que por entonces decía Loschiavo era “palabra santa” para directores, productores y editores. Pasaron los años y ahora Loschiavo es uno de los directores de cámaras del Fútbol para Todos. O sea que si se quiere reformular la imagen, modernizándola de acuerdo con standares europeos, allí lo tienen, siempre dispuesto. Además, muchos de los productores de las actuales transmisiones han estado antes en TyC y se encuentran capacitados para mejorar el producto. Es cuestión de ponerse a trabajar.

(3) Era un escándalo político que el Estado se hiciera cargo de pagarle a Mariano Closs, Sebastián Vignolo, Diego Latorre y Juan Pablo Varsky lo que se decía que les iban a pagar (contratos con sueldos de seis dígitos por transmitir cuatro partidos al mes). Por mejores que fueran en lo suyo (eso no está en discusión). El Estado nacional no debe pagar más caro lo que puede pagar más barato. Además, la diferencia era abismal, del orden de 10 a 1 respecto de quienes están trabajando, que en muchos casos han dado prueba de su idoneidad. Tienen todo el derecho esos periodistas a pretender ganar lo que ellos creen que valen. No debe ser el Estado el que se los pague. Para eso están los privados, que sólo deben rendirles cuentas a sus accionistas del destino de esos dineros. No a la sociedad en pleno.

(4) Tinelli quería todo el poder de decisión para él. Como si en vez del Fútbol para Todos estuviera produciendo su Showmatch. Un integrante de La Cámpora que participó de las ásperas negociaciones lo sintetizó: “Estamos pagando 1600 millones por el fútbol. ¿Qué pretendía, que nos quedáramos de brazos cruzados?”. Inevitablemente debía consensuar Tinelli porque él no era el dueño del producto ni había puesto dinero para ello. Y Marcelo Hugo no quiso/no supo/no pudo. No está acostumbrado.

(5) Además, en la reformulación del equipo periodístico no privaban criterios de excelencia profesional sino de mera discriminación ideológica y física. Alejandro Apo y Javier Vicente estuvieron a un paso de quedarse afuera por su pública adhesión al kirchnerismo. Y Angela Lerena y Viviana Vila, por su condición femenina. Otros relatores y comentaristas fueron señalados “porque daban un poco grandes o gorditos en pantalla”, según comentó uno de los que pudo salvarse. “Esto iba a ser una carnicería. Tinelli no quería kirchneristas, viejos, gordos y mujeres”, apuntó otro de los sobrevivientes.

Queda claro a esta altura que la pelea de fondo ente Tinelli-Torneos y La Cámpora no fue por el logo parecido a LAN ni por las consignas K del “Relator Militante”. Fue una disputa de poder, pura y dura, por el control de una caja millonaria y de los contenidos de transmisiones de fútbol que llegan a millones de personas en todo país. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, intentaron una reprivatización de apuro, habilitándoles un negocio a Tinelli y a Torneos con dinero que ponía el Estado. Y les salió mal. No hay dudas de que el Fútbol para Todos es un producto perfectible. Y que seguramente se puede hacer por mucha menos plata de la que se hace. Pero de ninguna manera es una mancha en la pantalla como para hacer lo que se quiso hacer. Y afortunadamente no se pudo.

Por Vito Amalfitano *

Un bien social innegociable

El fútbol es un bien social y cultural. Mucho más en la Argentina. Y en tanto social y cultural, también es político.

Una de las tantas verdades de Perogrullo que se hacen necesarias reafirmar a propósito de la excesiva polémica que se generó en tanto a una negociación del Estado con privados para tercerizar la artística y comercialización del fútbol por televisión, que –lo más importante– de una u otra manera, con ese acuerdo o no, sigue y seguirá siendo para todos y gratis, uno de los tantos derechos ganados en estos últimos diez años.

Si convenía o no, si servía o no, que el empresario Marcelo Tinelli se sume o se haga cargo de esa tercerización, es materia discutible. Que el Pollo Vignolo, Juan Pablo Varsky o Diego Latorre, del supuesto “nuevo” Fútbol para Todos que no fue, son de los mejor del periodismo deportivo actual, en lo profesional y también en lo humano, es tan cierto como esa misma capacidad reconocida en colegas del actual o “viejo” Fútbol para Todos como Fernando Pacini, Hugo Balassone o Alejandro Apo, por caso. Tan cierto como que duelen y dan vergüenza ajena las faltas de respeto a profesionales de tantos años, y reconocidos unánimemente en el medio como buena gente, como Julio Ricardo. Sobre colegas que hablan de fútbol se podrá discutir horas sin ponernos de acuerdo porque, entre otras cosas, como decía el gran Dante Panzeri, el que sólo de fútbol sabe, ni de fútbol sabe.

Lo que no se puede discutir es que no hay que jugar con el trabajo de la gente. Sobre todo del “laburante” que no gana precisamente millones. Y en toda esta historia se manosearon nombres de personas que trabajan, que tienen familias, hijos, obligaciones, deudas o sueños. Y con uno de esos laburantes se hizo una penosa “macartización”. Javier Vicente es un respetable profesional, cuyo estilo de relato puede gustar más o menos, pero que es un reconocido trabajador de prensa, cuyo “pecado” fue decir lo que piensa, tomar partido. Esa costumbre actual de demonizar a los “profesionales militantes”. Como si esos mismos “profesionales” que demonizan no militaran, ya no por una idea política sino por el poder económico, oculto pero omnipresente y muchas veces espurio.

Independientemente de toda esta polémica, y de la decisión superior de quien tiene que tomarla, que es la Presidenta de la Nación, lo que realmente importa es preservar ese bien social y cultural para todos, y gratuito.

Y a propósito, y ya que en la Argentina se discute lo indiscutible, de una vez por todas hay que poner blanco sobre negro en esta cuestión y reafirmar, efectivamente, que el Fútbol para Todos es gratuito. Y que es falaz la ecuación de que para el fútbol por TV se les saca dinero a la educación y la salud. Algo que no es real, más allá de que quienes lo sostienen por otro lado cuestionan la Asignación Universal por Hijo, el Pro.Cre.Ar, el Progresar, las nuevas vacunas gratuitas, y si no lo hacen directamente, dicen que hay que reducir “el gasto público”.

Una vez más es necesario aclarar que el dinero para el FpT se saca de partidas publicitarias oficiales que existen en todo el mundo y todos los gobiernos, con la diferencia de que en este caso sirve para que el fútbol lo vean todos sin pagar aparte. Para ser aun más claros: ese dinero se gastaría igual en publicidad oficial en otros medios sin ofrecerle además el fútbol al público televidente.

Pero también, para quienes siguen la lógica de decir que el FpT “lo pagamos con nuestros impuestos”, habrá que aclarar, una vez más, que todo lo pagamos con nuestros impuestos. También el programa de Tinelli, o la novela de la tarde, o el programa político que haga otras novelas, de valijas o bóvedas. Sencillamente porque en los canales privados, que también son del Estado (concesionados), la publicidad de los auspiciantes la pagamos nosotros, con el IVA, o sencillamente comprando un producto cuyo costo se sube cuando se incluye ese gasto de publicidad. Nunca el dinero sale de un repollo. Siempre sale de nosotros.

En cuanto a los cuestionamientos ligeros, y sin discriminación, a la publicidad oficial en el fútbol, convendría recordar que gracias a ella muchas familias de lugares recónditos, a donde nada llega, se enteran de que hay una vacuna del HPV gratuita para las nenas de 11 años, pueden saber un número para alguna duda sobre identidad o para denuncias por violencia de género, por ejemplo. El fútbol, en esos casos, se transforma en una herramienta de alcance insuperable.

Que la discusión coyuntural por aspectos artísticos, nombres o acuerdos comerciales no sirva, entonces, para que con esas excusas se avance sobre un bien social y cultural que el Estado recuperó para la gente. Si lo que se paró es ese peligroso avance, bienvenido sea.

* Jefe de Deportes de La Capital de Mar del Plata.

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