Los organizadores del partido homenaje al seleccionado campeón mundial del ‘78 tienen una idea ambiciosa que excede el objetivo de agasajar a quienes consiguieron aquel título. La pretensión de Balón, la empresa que se hizo cargo del evento, es brindarles tributo a los equipos nacionales de todas las épocas, desde el subcampeón mundial de 1930, hasta el que se alzó con la Copa en 1986. Y se simboliza en una expresión de deseos, de concreción casi imposible: lograr que se junten César Luis Menotti y Carlos Bilardo. La historia de este encuentro programado para el 9 de julio comenzó a gestarse hace un par de años durante reuniones entre Osvaldo Ardiles, Julio Ricardo Villa, Omar Larrosa y el profesor Ricardo Pizarotti. La iniciativa surgió de ellos, como ha ocurrido en el pasado con otras celebraciones de este tipo. Desde Antonio Rattin a Enzo Francescoli, en un país con larga tradición en la materia, los futbolistas promueven autohomenajes. Y, esta vez, se trata de extenderles una mano solidaria a aquellos que hace 25 años ganaron un título mundial y hoy no atraviesan su mejor momento económico. Esa es otra de las premisas, aunque no resultará sencillo lograr un objetivo más complejo. Quienes están detrás del partido también aspiran a despolitizarlo, ya que el Mundial 78 quedó ligado de manera indisoluble a una de las etapas más sangrientas y oprobiosas del pasado: la dictadura militar y sus secuelas de desapariciones y muerte.
El jueves 12, en World Sport Café de la Recoleta, se reunieron varios de los integrantes de aquella selección. Allí estaban Gallego, Baley, Larrosa, Villa, Ortiz y Daniel Killer, entre otros. También los principales integrantes del cuerpo técnico y hasta Julio Grondona, antes distanciado de Menotti y desde aquel día erigido en apologista del Flaco. “Cuando él se retiró de la Selección me entregó una carpeta verde con ideas sobre cómo debía seguir manejándose la AFA. Desde entonces, se convirtió en mi libro de cabecera...”, recordó el dirigente cuando le tocó hablar en la conferencia de prensa que compartió con el entrenador, Villa y Pizarotti.
Todos los campeones del ‘78 fueron invitados a la presentación del partido, pero hubo ausencias involuntarias y otras no tanto. Mario Kempes, quien trabaja en el club Valencia de España, no viajó por razones laborales. Similar situación retuvo en México a Daniel Passarella, el capitán de aquel seleccionado, ya que su club, el Monterrey, acaba de consagrarse campeón en dos finales ante el Morelia. Tampoco estuvieron Ardiles, porque se hizo cargo de un equipo japonés después de dirigir a Racing, ni Ubaldo Fillol, quien se encuentra en Toulon, Francia, con una selección juvenil. En cambio, hubo una ausencia que pasó inadvertida. Norberto Alonso desistió de concurrir porque –cuentan en la intimidad los organizadores– “no existe ninguna relación con él”. Al ex jugador de River le reprochan lo que dijo en el pasado: “Yo no me siento campeón del mundo”, porque una lesión lo marginó del Mundial en la primera fase.
Cada uno ha hecho su vida. Kempes, Passarella, Ardiles, Fillol, Bertoni y Alonso, con diversa fortuna laboral y económica, siguen vinculados al fútbol grande desde la dirección técnica, la representación de jugadores o los medios; Luis Galván, Héctor Baley y Juan Carlos Oviedo trabajan en el fútbol cordobés; Daniel Valencia está radicado en Oruro y Jorge Olguín en Costa Rica. Leopoldo Luque trabaja en el gobierno provincial de Mendoza.
A todos ellos se les tributará el homenaje en la cancha de River, el 9 de julio a las 15. Pero habrá más que un partido de fútbol y varias épocas de la Selección Nacional representadas. Porque se distinguirá a Francisco Varallo, el único sobreviviente del primer Mundial disputado en 1930, y se invitará a los campeones de México ‘86. Además serán galardonados Diego Simeone, el jugador que más veces vistió la camiseta celeste y blanca, y Gabriel Batistuta, el máximo goleador de la historia. También se anunció que habrá otro invitado central: Diego Maradona. Y por último, la AFA intentará que sus sponsors, a través de la empresa Punto Gol, respalden elpartido. Lo que se recaude por la venta de entradas y los ingresos que se obtengan de la televisión –negociarán con América, Fox, TyC Sports– permitirán juntar una suma de dinero que hoy resulta inestimable.
Así como no fue sencillo dar los primeros pasos del partido homenaje, tampoco será fácil para aquel grupo de jugadores estimular un recuerdo que separe al éxito deportivo de su contexto histórico. Acaso por lo que planteó Claudio Morresi, ex futbolista y hermano menor de un desaparecido, en 1998, a veinte años de aquel Mundial: “...No quiero limpiar a la gente del deporte, pero quizá se le está pidiendo mucho a un grupo de jugadores y porque fui jugador lo sé. En lo único que piensa ese deportista es en jugar a la pelota y tener un estadio lleno de gente. Y después ser partícipe de las ganancias que genera el fútbol. Pero quizá les estemos pidiendo a los jugadores que tomen actitudes que otros sectores de la sociedad, mucho más esclarecidos, con mucho más poder, no tuvieron los huevos de tomar”.
Aquellos años deben seguir revisándose. Para explicar qué papel cumplieron los protagonistas y para entender que fútbol y política no pueden disociarse en circunstancias como las del ‘78. En ese sentido, el partido homenaje a los primeros campeones mundiales que tuvo la Argentina, contribuirá a mantener vigente un debate no saldado. Si es así, enhorabuena. Y que nadie se rasgue las vestiduras.