Lunes, 20 de octubre de 2014 | Hoy
FúTBOL › DOS GOLES DE TEO GUTIéRREZ Y LA APERTURA DE VANGIONI PARA LA OCTAVA VICTORIA EN EL CAMPEONATO
No tuvo continuidad en su juego de lujo, no la pasó nada bien en largos pasajes del encuentro, convivió demasiado tiempo con los fantasmas que aviva Belgrano, pero encontró respuestas individuales que disimularon el déficit de funcionamiento colectivo.
Por Juan José Panno
Uno. River no le encontraba la vuelta al partido; iba para adelante, pero no generaba peligro y con sus imprecisiones facilitaba la tarea de Belgrano, que se aferraba a su esquema de agrupamiento prolijo que sólo buscaba resistir. Olave enfriaba el partido apelando a su experiencia camorrera, Pisculichi no era el de otras veces, Teo peleaba demasiado, Mora no pesaba y Gallardo se mostraba impaciente. Pero en uno de los tantos ataques, después de un rebote, Rojas recogió la pelota en la medialuna, amagó el tiro al arco y todos se comieron el amague, empezando por Aveldaño. Vangioni, que se filtró por la espalda del lateral derecho visitante, recogió el pase exacto, milimétrico de Rojas y como venía le dio de zurda, cruzado, para que la pelota pasara por debajo del cuerpo de Olave y se metiera en el arco.
Dos. River ganaba 1-0, pero no tenía el dominio del terreno, ni el control del juego en la segunda etapa, y corría detrás de la pelota que Belgrano hacía circular bastante bien. Zelarayán, Parodi y Pereyra se empezaban a conectar seguido y, en el fondo de River, Maidana duplicaba la tarea para tapar los agujeros que dejaban sus compañeros. En un ataque a fondo, Pereyra estuvo cerca del gol, pero le dio forzado; y en la jugada siguiente, Rigoni, después de una fenomenal pisada en la entrada al área, sacó un disparo tremendo al ángulo que pudo ser golazo y empate, pero no fue nada de eso porque en el arco de River estaba Barovero. La fenomenal atajada del arquero de River quedará grabada como uno de las mejores de este campeonato.
Tres. River parecía fundido, como si sus jugadores hubieran sentido el maratón de partidos por el campeonato y la Sudamericana; y en lo que iba de juego, más de la mitad de la segunda etapa, no se había aproximado hasta Olave. Y sin embargo, en un ataque aislado, Sánchez llegó hasta el fondo, tiró el centro al medio del área y Teo Gutiérrez le dio con clase, de primera, maravillosamente, y liquidó el asunto.
En esas tres jugadas está la clave de lo ocurrido en el Monumental. River no tuvo continuidad en su juego de lujo, no la pasó nada bien en largos pasajes del encuentro, convivió demasiado tiempo con los fantasmas que se agitan cada vez que se enfrenta a Belgrano, pero cuanto más lo necesitaba, encontró respuestas individuales que disimularon el déficit de funcionamiento colectivo.
El pase de Rojas, la definición de Vangioni, la volada de Barovero, el desborde de Sánchez y el toque sutil de Teo Gutiérrez son muestras de una calidad técnica que marca diferencias.
El impacto psicológico de la última de esas jugadas fue tan grande, que Belgrano desapareció de la escena. Quedaba todavía un rato de partido después del 2-0 y el equipo de Zielinski bajó definitivamente los brazos. “Estos no juegan bien, pero no les podés hacer un gol y en cualquier momento sacan una jugada de la galera y te matan”, debe haber pensado Olave, quien a esa altura sólo se limitaba a bajar el pulgar para recordarle a la multitud la tarde del 26 de junio de 2011. Pura impotencia.
Con Belgrano entregado, vencido, agobiado, River recuperó la energía física, la pelota y el control total, y le dio a la gente lo que había ido a buscar: toque y gol de un fútbol que encandila. El tercero también lo hizo Teo Gutiérrez, después de otro desborde de Sánchez y un pase hacia atrás de esos que dejan mal parados a todos los defensores. Golazo.
Fue 3-0, baile y toqueteo en el final que puede provocar la ilusión óptica de otra producción fenomenal. La cuestión no fue tan sencilla porque en algunos momentos River dio la sensación de ser uno más de los equipos irregulares de este campeonato. Pero, en todo caso, esto también da una imagen falsa. Porque este equipo tiene un peso individual en todos los sectores de la cancha que le permite inclinar la balanza en los momentos más difíciles.
Los que vienen detrás del gallardo puntero empiezan a pensar que sólo les queda luchar por el subcampeonato.
Estadio: River.
Arbitro: Jorge Baliño.
Goles: 33m Vangioni (R); 72m y 87m, Gutiérrez (R).
Cambios: 57m Rigoni (5) por Velázquez (B); 58m Driussi (5) por Pisculichi (R); 67m Mercado por Solari (R), Boyé por Mora (R); 68m Furch por E. González (B); Márquez por Parodi (B).
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