FúTBOL › PERDIO 1-0 ANTE ESTUDIANTES Y SE RESIGNO
Vélez despertó de su sueño triunfal
El equipo de Liniers no tuvo fútbol para quebrar a un rival que jugó defensivamente y al límite de la legitimidad, y en esa impotencia naufragaron sus ilusiones. Estudiantes lleva un invicto de ocho fechas desde que lo dirige Carlos Bilardo.
Por Ariel Greco
Vélez se despertó de su sueño. A una fecha del final del Clausura, el equipo de Carlos Ischia se despidió definitivamente de la pelea al perder como local 1-0 ante Estudiantes, y de esa manera le sirvió en bandeja el título a River. A pesar de la derrota, los pibes de Liniers se fueron aplaudidos por sus hinchas, que así agradecieron por una campaña excelente, aunque no se haya cristalizado con el campeonato. El único gol del encuentro lo marcó el juvenil José Ernesto Sosa y sirvió para que el conjunto de Carlos Bilardo extendiera su invicto a ocho partidos, con tres victorias y cinco empates.
A esta altura, el facilismo y los lugares comunes en los que habitualmente cae el fútbol argentino permiten escuchar frases remanidas: que con pibes no se ganan campeonatos, que en el momento de la definición hacen falta hombres de experiencia, que la presión mató a Vélez, que... Y si bien, en parte, esas verdades absolutas pueden ser ciertas, lo concreto es que el principal condimento que le faltó a los pibes de Liniers para salir campeones fue fútbol. Ni más ni menos que eso.
La mejor muestra es que para el decisivo partido de ayer, Ischia decidió prescindir de Leandro Gracián, tal vez el jugador más talentoso del plantel, ya que la generación de juego no fue precisamente el punto más alto del equipo a lo largo del Clausura. Como sí lo fueron el orden defensivo, la actitud para disputar cada pelota, la practicidad para sacar adelante encuentros complicados o la capacidad para sostener marcadores favorables gracias a la velocidad para resolver con espacios.
A lo largo del torneo, el principal problema que sufrió Vélez fue demostrar en la cancha, ante rivales inferiores, esa superioridad que reflejaba nítidamente la tabla de posiciones, pero que el nombre por nombre no marcaba –ni marca– con tanta claridad. Así se sintió mucho más cómodo en los partidos ante los grandes, a los que no les tenía que ganar sí o sí, que en los compromisos a priori accesibles. Allí le costó marcar diferencias. Y ante Estudiantes no fue la excepción, mucho menos cuando quedó en desventaja tras una desinteligencia defensiva.
Obligado a ganar, las limitaciones quedaron más expuestas. La elegante zurda de Centurión no alcanza para desequilibrar a un rival que se defiende con ocho atrás más dos volantes tapones. Que hace tiempo de manera descarada, a tal punto que el técnico manda a un jugador (Ariel Zapata) que está siendo atendido afuera, para que se tire en el medio de la cancha. Tampoco alcanza con Nanni en el medio del área, si la única manera en la que se lo busca es mediante centros frontales que facilitan la tarea de los centrales adversarios.
Pero, más allá de los errores conceptuales en la manera de atacar, Vélez tuvo algunas ocasiones que le hubieran posibilitado alcanzar el empate. Claro que los delanteros no mostraron la puntería necesaria, y por eso el sueño se fue desvaneciendo de a poco. Los aplausos del final fueron el justo premio para un equipo que rindió más de lo que muchos esperaban.