[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

Una vieja sentencia dice que la historia se repite, pero que la tragedia original vuelve convertida en comedia. Algo de esa idea sobrevoló ayer las tribunas de la Bombonera –para instalarse sobre todo en el final del encuentro–, donde Boca goleó sin piedad a Central por 4-0. Ni siquiera esa ventaja frenó el empeño de los locales, quienes buscaron decididamente marcar más tantos hasta el último minuto, como si se tratara de puntos de sutura para la herida que los rosarinos habían abierto en la última fecha del Clausura, cuando los titulares rosarinos demolieron a los juveniles de Boca con un 7-2 que incluyó festejos de los jugadores y del técnico Russo de algún modo desmedidos para las circunstancias.
Ese recuerdo estuvo presente ayer en la tribuna visitante, donde los hinchas de Central exhibieron carteles amarillos con un número siete gigante como única inscripción. También hubo referencia a aquella goleada en las tribunas y la platea boquenses, aunque estas voces aparecieron recién después del 4-0, mientras Central aguantaba, con diez –se fue Papa a los 75, por doble tarjeta–, los intentos de Boca por seguir sumando.
En el comienzo, Boca fue superior a Central, pero no encontraba la llave para abrir con claridad la doble muralla dispuesta por Russo. El conjunto de Bianchi presionaba con criterio en todas las líneas, pero fallaba en los últimos metros: apenas un remate suave de Tevez y un tiro libre del brasileño Iarley, que el arquero Julio Gaona pudo controlar sin demasiada exigencia. Del lado de Central, apenas un corner y un cabezazo de Carbonari que Abbondanzieri también controló. Después, no pasó nada importante hasta que comenzó el complemento.
Aparecieron las figuras y entonces lo de Boca fue otra cosa, algo más intenso. Primero amenazó el capitán Diego Cagna, con un cabezazo que se le fue apenas desviado. Siguió un remate de Tevez, la pelota pasó apenas por encima del travesaño. Y llegó el penal que destrabó todo: tras un pase en profundidad de Iarley, picó Tevez habilitado, pero Carbonari lo tomó de atrás en el área y Baldassi no dudó en sancionar. El Mellizo Guillermo definió sobre el palo izquierdo de Gaona y puso el 1-0.
Central pensó entonces que lo mejor era jugar, salir a buscar el arco del rival y no especular con la destrucción, y se adelantó. Le fue mal, porque enseguida –luego de una jugada que comenzó Iarley: volvió a picar Tevez hasta el fondo y esta vez llegó a poner el centro para Guillermo, quien definió sin problemas ante su marca y el arquero– Boca se puso 2-0.
Los de Bianchi se entusiasmaron y los de Russo volvieron a replegarse. Para colmo, sus volantes no encontraban la pelota. Apenas habían sumado dos situaciones de gol: un cabezazo de Belloso y un muy buen remate de Messera, que Abbondanzieri sacó al corner.
Boca aprovechó muy bien la expulsión de Papa: Bianchi cambió las piezas, movió el banco y se quedó con tres delanteros netos, Guillermo, Tevez y Colautti, más Matías Donnet como enganche, quien había ingresado por Iarley. Y fue por más. Un error defensivo y una avivada de Guillermo, que dejó pasar la pelota, le permitió a Tevez quedarse con un pase largo de Cagna para definir después cruzado y poner el 3-0. El último lo hizo Clemente Rodríguez, habilitado por el Mellizo. Donnet se perdió el quinto: definió a un costado del arco de Gaona.
En las tribunas, el canto era uno solo: “Hágannos siete, la p...”.