El juicio definitivo contra el presidente de la Federación Internacional de Vóleibol (FIVB), el mexicano Rubén Acosta, incoado por el ex titular de la fenecida Federación Argentina, el ingeniero Mario Goijman, que se sustanciará esta semana en el tribunal del juez suizo Michel Carrard en Lausanna, corre riesgo de transformarse en un fiasco y tapar, de esa manera, uno de los mayores escándalos de corrupción del deporte internacional de los últimos tiempos.

Es que el juez decidió no citar a los testigos que propuso la acusación de Goijman –entre ellos el presidente de Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, a quien el dirigente argentino había acusado de encubrir a Acosta– bajo el argumento de que no tenían nada nuevo que aportar y sí aceptó, en cambio, los que propuso la defensa del cuestionado dirigente mexicano.

La audiencia definitiva se realizará el miércoles, después de que Carrard desestimara la mayoría de las acusaciones de Goijman, como la apropiación indebida de más de 20 millones de dólares, la compra de una residencia en Lausanna, con dinero de la FIVB, que pertenecía a la familia de la mujer de Acosta, y el cobro de comisiones por venta de publicidad. Sólo se tendrá en cuenta la falsificación del balance de la FIVB del año 2000, operado según Goijman para ocultar los 8,3 millones de dólares que el mexicano cobró como comisión, y solamente para determinar en el juicio si fue un error involuntario o deliberado, para lo cual declararán representantes de la firma auditora.

“Voy con muy pocas esperanzas a Lausanna –dijo Goijman a Líbero antes de partir–. No creo que la transparencia en el deporte sea resguardada en este caso.” Goijman aludió también al “sistema suizo que protege a estos individuos”. No es una casualidad ni tampoco una mera cuestión de exención impositiva que las grandes organizaciones del deporte, incluidas la FIFA y el COI, tengan su sede en Suiza.