AUTOMOVILISMO Y MOTORES
El niño, primero
El español Fernando Alonso finalizó tercero en el Gran Premio de San Pablo y se consagró campeón del mundo, el más joven de la historia de la Fórmula Uno.
› Por Adrian R. Huber
desde San Pablo
El asturiano Fernando Alonso (Renault) se convirtió en el primer piloto español y en el más joven de la historia en ganar el Mundial de Fórmula Uno, tras finalizar tercero en el Gran Premio de Brasil, que ganó el colombiano Juan Pablo Montoya (McLaren). Montoya, que ya ganó en San Pablo hace un año, logró la séptima victoria de su carrera y la tercera para su actual escudería, por delante de su compañero finlandés Kimi Raikkonen, que debía sacarle cinco puntos a Alonso para aplazar el festejo español y que, como sólo restó dos, se tendrá que conformar con ser segundo en el campeonato.
Alonso, nacido hace 24 años en Oviedo, se convirtió en un niño prodigio poco después de que su padre, José Luis, lo subiera al “kart” que él mismo había construido para su hermana mayor, Lorena, y que ésta prefirió no usar. Después de ganar las primeras carreras infantiles, su Asturias natal empezó a quedarle pequeña y Fernando siguió ganando en competiciones disputadas fuera de su región, en otras comunidades autónomas, como Castilla-León, País Vasco y Galicia.
Fueron años difíciles para que una familia de clase media pudiera costear un deporte tan caro como el automovilismo. Pero como el muchacho tenía un talento extraordinario y un fuerte carácter competitivo, a los doce comenzó a competir fuera de España, gracias a que sus victorias hacían llegar pequeños patrocinios que mantenían viva la ilusión del joven asturiano que deslumbraba en el kárting, primero en el plano europeo y luego en el mundial.
A los 16 años, Alonso se proclamó campeón del mundo de karts, en Genk (Bélgica). De la mano de Adrián Campos comenzó a brillar en la Nissan y también destacó después en la Fórmula 3000, categoría en la que sus excepcionales condiciones y su victoria en Spa (Bélgica) le dieron el espaldarazo definitivo para dar el salto a la Fórmula Uno. Se fijaron en él en Minardi, escudería en la que quedaron boquiabiertos cuando Fernando probó con ellos. Sin embargo, el equipo estuvo a punto de desaparecer por problemas económicos. Fue cuando entró en escena Flavio Briatore, que compró el contrato y lo cedió a la escudería más humilde de la F-1, que entonces ya había adquirido el magnate australiano Paul Stoddart.
Acostumbrado a optimizar los recursos que ponen a su disposición, a bordo de un Minardi, Fernando llegó a ser décimo en Hockenheim, el día que cumplió 20 años. Luego llegaría el año de tester en Renault, en el que supo sufrir en soledad, pero con paciencia. Y en 2003 Alonso sólo tardó dos carreras en irrumpir en el primer plano internacional. Fue en Malasia, donde se convirtió en el más joven en salir desde la pole y en subir al podio.
La “Alonsomanía” brotó en Barcelona, en el Gran Premio de España, en el que fue segundo, en una temporada que la coronó con su victoria en Budapest, donde entró en la historia como el más joven en ganar un Gran Premio, a los 22 años y 27 días. El año pasado añadió cuatro podios y esta temporada explotó definitivamente a bordo del R25, que fue muy rápido al principio de la temporada y extremadamente confiable al final. Con seis victorias y trece podios, su dominio fue incontestable y en San Pablo, ciudad natal de Emerson Fittipaldi, batió su record, de ser el campeón más joven de la historia, con 24 años, un mes y 27 días.
Noble dentro y fuera de las pistas, Alonso va de frente y dice habitualmente lo que piensa, con lo que pone nerviosos a aquellos que pretendían que un piloto independiente, que no procede de los círculos del poder del mundo del motor –y que ha ido paso a paso, sin ningún tipo de ayuda extraordinaria, desde el fondo hasta la cima– bailase al son que ellos pretendían marcar. Reservado al principio y divertido cuando se lo conoce, Alonso ni reniega de sus orígenes, ni se deja embriagar por lasexóticas melodías del artificial circo que rodea a la Fórmula Uno. Sus amigos son los de toda la vida y no se casa con nadie.
Como piloto es agresivo e inusitadamente maduro para su edad. Exprimió al máximo la velocidad de su auto en las primeras carreras y administró de manera sobresaliente su holgada ventaja –siempre lideró el Mundial con más de veinte puntos– gracias a la enorme confiabilidad del R25 en el tramo final del campeonato. Es calculador y muy inteligente. Extraordinario y genial.