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El Principito, como lo llamaban, acababa de cumplir 22 años y, pese a su juventud, era uno de los tres mejores pilotos de automovilismo de la Argentina de 2011. Este año ganó en todo lo que corrió: con un Mercedes-Benz en Top Race, con un Renault en TC 2000, con un Ford en Turismo Carretera. Tenía en el bolsillo un contrato para correr durante la próxima temporada en un equipo oficial de TC 2000 y un futuro enorme, fabuloso. Era de esos pibes que con acelerador y rapidez mental estaban dispuestos a sentar de culo a las generaciones precedentes, más calculadoras y racionales. Pagó un precio demasiado caro por el ejercicio de su pasión.

Guido Falaschi venía persiguiendo a Mauro Giallombardo, otro pibe, cuando se disparó la cadena de terribles acontecimientos que desembocaron con su muerte, en el autódromo Juan Manuel Fangio de Balcarce. Corría desde los 9 años porque ninguna otra cosa le interesaba. De familia acomodada, jamás se le ocurrió ir a competir al exterior. Iba a las carreras en su propio motorhome, que compartía con su familia: su madre Graciela era una figura infaltable los domingos en el box del equipo HAZ, con el que Guido tenía cuatro años de contrato.

Después de tres años en el Turismo Carretera, había sacado chapa de candidato. Logró su única victoria en Junín, tres meses atrás, y una polémica suspensión por dos fechas lo dejó casi sin chances de pelear el título: buscaba ganar ayer para reverdecer esas chances, después de haber dominado tanto el viernes como el sábado en el reinaugurado circuito de Balcarce. Marchaba segundo cuando se disparó la tragedia.

Según la versión oficial, Falaschi falleció en el Hospital Municipal de Balcarce tras 40 minutos de infructuosa tarea de resucitación. Lo sacaron del destruido Ford con el buzo ensangrentado y ya en ese momento era difícil creer que sobreviviría a tan fuerte impacto.

Su compañero Juan Manuel Silva, que viajaba séptimo y también se vio involucrado en el accidente, fue de los primeros en llegar al auto de Falaschi. El chaqueño relató que al levantarle la visera del casco, el joven le manifestó que sentía calor. Fue lo último que alcanzó a decir.

Serias contusiones cerebrales, abdominales y pulmonares, según afirmó el médico del TC, Rodolfo Balinotti, hicieron imposible revivirlo. Néstor Girolami, cuyo Torino chocó de frente contra el Ford de Falaschi detenido en medio de la pista en un sector que se transita a no menos de 180 km/h, permanecía ayer en el mismo hospital en terapia intensiva, con dolores en la zona abdominal y en la columna lumbar, en condición estable. Permanecerá en observación de 48 a 72 horas. Su familia había decidido ayer no comunicarle el desenlace fatal.

La escuadra HAZ, propiedad del empresario futbolístico Fernando Hidalgo, anunció anoche por Twitter que no continuará corriendo. “Desde el momento en que falleció Guido, falleció también el HAZ”, se escribió en la cuenta oficial del equipo. El de Falaschi fue el 57º accidente fatal en casi 75 años de historia del Turismo Carretera.