TENIS › SE SOBREPUSO PARA VIVIR EL MEJOR DIA DE SU CARRERA EN EL TENIS
Gaudio, pechito argentino
Hace menos de un año, el presidente de la Asociación de Tenis lo acusó de estar mal de la cabeza. Los dos primeros sets de la final de Roland Garros parecían confirmar el diagnóstico. Si hasta le dijo a su entrenador que quería irse de la cancha. Pero el argentino sorprendió a París y al mundo del tenis, puso garra y juego, y aprovechó la debacle de Guillermo Coria para ganar el partido, el título y consagrarse como “top ten”.
Por Sebastian Fest
desde paris
Gastón Gaudio cumplió el sueño de su vida, al conquistar Roland Garros en una de las finales más inciertas y dramáticas de la historia. Gaudio, 44º del ranking mundial, se impuso a su compatriota Guillermo Coria (3º), 0-6, 3-6, 6-4, 6-1, 8-6 en tres horas y 31 minutos de juego. Número diez del mundo desde mañana, Gaudio concretó así una de las mayores sorpresas en la historia de los Grand Slam, tras 25 años sin que un argentino ganara un certamen de ese nivel.
“Esto es demasiado para mí...”, dijo con voz agónica y quebrada por el llanto Gaudio, tras un partido en el que bordeó la derrota, ya que Coria dispuso de dos match point. “Y a este señor es al que le debemos estar agradecidos aquí”, agregó, señalando a Guillermo Vilas, que le entregó el trofeo junto al estadounidense John McEnroe. Vilas, en 1977, era hasta ayer el único campeón argentino de Roland Garros, además del único jugador de ese país en haber ganado torneos de Grand Slam.
“Quiero felicitar a Gastón, que levantó dos match point y se merece el torneo. Se lo merece por los momentos difíciles que pasó. Espero volver el año que viene, para ganar”, dijo Coria, que partía como claro favorito para la final.
Coria no perdía con un argentino desde hacía 23 meses, encadenando desde entonces 18 victorias consecutivas. Además, desde su derrota en la semifinal de Roland Garros 2003 sumaba 31 triunfos y sólo una caída sobre polvo de ladrillo.
El partido fue una locura desde el principio al fin. Tras un 6-0 de Coria en 24 minutos llegó el 6-3 al cumplirse una hora exacta de juego. Coria era una máquina; y Gaudio, una ausencia tenística.
“Me quiero ir, no puedo jugar de esta manera”, dijo Gaudio a su entrenador Franco Davín, según revelaría luego Vilas, que siguió cada punto desde el palco oficial.
La final aburría mortalmente a los cerca de 15 mil espectadores que colmaron el estadio central, y Gaudio comenzó a intentar variantes promediando el tercer set, aunque la sensación era que a Coria no se le escaparía el título. Fue entonces que intervino el público, deteniendo el encuentro durante cerca de dos minutos haciendo “la ola”.
Sonriente, Gaudio dejó su raqueta en el piso y aplaudió a los espectadores. Coria se sumó a regañadientes. El “Gaudio, Gaudio” desde las tribunas sonó fuerte cuando Gastón igualó 4-4, quebró luego y se llevó el set con un saque ganador. Tras 113 minutos, el partido era otra historia.
Una final muy diferente, dramática y desconcertante a partir de ese instante. Coria abandonó la cancha, y al regresar sus movimientos ya no eran tan ágiles. Tras el 1-1, el fisioterapeuta ingresó a masajear las piernas de Coria.
¿Calambres? Lo que se vio a continuación rozó el absurdo. Coria no podía mover sus piernas, y comenzó a sacar utilizando sólo el brazo. El fisioterapeuta reingresó minutos después, y el cuarto set se convirtió en un enigma. ¿Qué le pasaba a Coria? “No sé si tuvo un calambre o un desgarro, no sé qué tenía. Sólo él sabe”, dijo Vilas. “Pero es evidente que cuando paraba de jugar, se recuperaba.”
Una doble falta de Coria le dio el set point a Gaudio, que definió con un revés cruzado flojo, sin peso, que Coria ni corrió. A Gaudio se le cruzaban los fantasmas de la semifinal de Hamburgo 2003, en la que perdió una semifinal similar, con Coria pidiendo auxilio médico. Fue así que el santafesino, muy por debajo de su capacidad, se situó pese a todo 4-2, y luego 5-4 con su servicio.
Gaudio se recuperó, igualó en cinco y dispuso de tres ventajas para ganar su servicio y situarse 6-5. Pero Coria, que a esa altura parecía tener “un pacto con el demonio”, reaccionó, ganó el juego y dispuso luego de dos match point para cumplir el que es también el sueño de su vida. Dos errores con su derecha le quitaron la chance a Coria, y Gaudio, diez minutos después, se llevaba el partido con un revés cruzado ganador. Ya campeón, Gaudio arrojó la raqueta a diez metros de altura, sonrió, gritó. Se abrazó con Coria, que le dio un golpecito cariñoso en la gorra para luego destrozar su raqueta en el banco. Mientras, Gaudio daba la vuelta a todo el estadio golpeando las manos de los espectadores en primera fila, en un recorrido victorioso que siempre creyó que no podría dar.
Gaudio se convierte así en el tercer jugador argentino entre los “top ten”. Será décimo, sólo superado entre sus compatriotas por Coria (3º) y Nalbandian (4º), y se llevó un premio de 860 mil euros (1,05 millón de dólares), además de ubicarse cuarto en la Carrera de Campeones.
Sólo tres jugadores con peor ranking que él ganaron alguna vez un Grand Slam, aunque el dato poco le importa al argentino. “La vida es una rueda, y todo vuelve”, dijo aún sin creer en que es el campeón.