TENIS › LA BRONCA DE CORIA TRAS LA IMPENSADA DERROTA
“Volveré, tengo huevos”
Tras dos años y medio masticando rabia, Guillermo Coria estalló en llanto ante la prensa de todo el mundo, al explicar que su obsesión por tener revancha tras su doping involuntario lo perjudicó a la hora de disputar la final que perdió en Roland Garros. “Voy a volver, superé la muerte de mi tío, de mi abuelo, de mi amigo Matías y el doping. Sé que voy a volver, porque tengo mucho huevo. Gracias, y perdonen por todo esto”, fue el final de un espontáneo discurso de Coria a lo largo de varios minutos entre lágrimas.
“No veía la hora de ganar este torneo para demostrarles a todos que no necesito cosas raras para jugar al tenis”, dijo Coria, sancionado con siete meses de suspensión en el 2001 por doping involuntario con nandrolona.
“Prefiero que me pase lo que me pasó en la cancha”, dijo Coria sobre los calambres producto del esfuerzo, de los nervios y porque, según el jugador, quería obtener el triunfo limpio, sin tomar nada, para lavar su imagen. “Me da miedo. Ya me pasó una vez y la pagué caro. Me tuve que aguantar muchas cosas y ojalá tenga una revancha de esto. Me jugó en contra, me quería sacar esa bronca que tuve en esos momentos”, comentó Coria, que admitió que todo eso pasó por su mente.
“Me acordé del juicio, de las cosas que me dijeron los que estaban del otro lado, y por eso me puse hoy muy nervioso, y no veía la hora de ganar este torneo para sacarme todo lo que tenía guardado”, añadió. “Quería dar una alegría a toda mi familia, a todos los que pasaron ese momento tan duro, cuando me gritaron ‘falopero’ por tomar unas vitaminas de mierda contaminadas. No quería bancarme y que me pasase otra vez lo mismo, y que se me burlen en la cara”, y recordó las absoluciones de Bohdan Ulihrach y de Greg Rusedski, sancionados por doping y luego absueltos.
“No tengo nada contra ellos, pero sus casos me dieron muchísima bronca, y yo me maté entrenándome. Llegué acá convencido de que ésta era la oportunidad para poder sacarme todo, y me jugó en contra, lo pensé demasiado. No me podía acalambrar en hora y media de partido”, dijo entre lágrimas y con rabia.
“Fueron siete meses durísimos, y ojalá que Dios sea justo conmigo y me dé otra oportunidad. A partir de ese momento (cuando la sanción) no creía mucho en Dios, insulté mucho, pero voy a creer ahora. Espero poder darles una alegría a los míos, a Carla, a mi familia, a mis amigos, y no defraudarlos”, continuó Coria, llorando.