“Ahora hay que ganar la Davis.” Esa fue la primera frase que largó el tenista argentino David Nalbandian después de la extraordinaria victoria ante Lleyton Hewitt que le permitió a la Argentina pasar a las semifinales del Grupo Mundial de la Copa Davis para jugar entre el 23 y 25 de septiembre ante Eslovaquia, otra vez como visitante (ver aparte). “Esto es increíble. Palabras para describirlo no hay. Hay que disfrutarlo”, señaló el tenista cordobés cuando le preguntaron por las sensaciones de un fin de semana muy especial, que arrancó con la victoria en dos días por una suspensión ante Wayne Arthurs, que siguió con el éxito, junto a Mariano Puerta, ante Hewitt y Arthurs, y que culminó con el brillante triunfo ante el número uno australiano, casi con un paseo. Sin dudas, el unquillense resultó el héroe de uno de los logros más importantes de la historia del tenis argentino, por la calidad del rival vencido, uno de los equipos más tradicionales de la competencia. Es por eso que David no dudó en catalogarse como un jugador copero, un mote que le gusta y que le cae perfectamente a medida.
–¿El haber perdido el dobles cargó de responsabilidad a Hewitt?
–Indudablemente sintió la presión de estar 2-1 abajo. Además, yo le planteé el partido que menos le gusta, con muchas pelotas bajas y variantes en la velocidad. Y eso, más el estado de ánimo, lo terminó de matar. Nunca lo había visto tan nervioso a Hewitt. Jamás encontró el partido. Eso me dio la tranquilidad de saber que no tenía que esforzarme al máximo para ganarle. Mirá lo pesado que es jugar la Davis que a Hewitt esta vez le costó jugar. Terminé fantástico de físico.
–Tenés un record de once victorias y una derrota, el periodismo te considera un jugador copero. ¿Lo creés así?
–Y sí, me gusta, je. Creo que lo que se vive en la Davis no se vive en ningún torneo. Es más, creo que cuando me retire solamente me voy a entrenar para jugar la Davis. Es una sensación inexplicable. La hinchada fue increíble. Eran 200 y hacían más ruido que el resto, que eran muchos más. Tiene un fuego adentro que hace que estés a full todo el tiempo. Pero hay que estar bien de la cabeza. Muy mental. Hubo muchos jugadores que al jugar la Davis no rinden lo que en el circuito.
–Lo que pasó el viernes, en el partido entre Hewitt y Coria, ¿sirvió como motivación?
–Lo charlamos bastante. Había que estar tranquilo y mantener la calma. No entrar en el juego de Hewitt. Nos sirvió para sacar cosas en limpio, no para alimentar una revancha o motivarme. Jugar la Davis ya de por sí es motivante. Sabía que si estaba tranquilo, le ganaba. Esta fue la mejor de las formas de gastarlo a Hewitt. Ganarle como le ganamos.
–¿Dónde ubicás esta alegría en tu carrera como tenista?
–Es difícil. Lo pongo ahí arriba, junto a la final de Wimbledon, que fue muy grosso. Algo importantísimo, pero haberle dado este 3-1 a la Argentina es una experiencia impagable. Cambio todo por esto. Me llena de orgullo.
–¿Cuánto sirve esto para el futuro inmediato, para el circuito?
–Tranquilo. Lo tengo que tomar con calma. Voy a descansar unos días a Córdoba y después comienzo a trabajar con vistas al torneo de Montreal. Pero no te puedo negar que es una dosis de confianza importante lo que me dio este fin de semana.
–Argentina ya era un equipo importante. ¿Ahora es potencia?
–Argentina ya era potencia, lo que pasa es que, desde esta victoria, por ahí van a tener más cuidado. ¿Qué nos van a poner ahora, hielo? Podemos ganar en cualquier lado. Tenemos un gran equipo, ningún punto flojo, peleamos todos y eso pone en compromiso a los demás equipos. De local o de visitante, somos candidatos.
–¿Escuchaste cuando los hinchas argentinos cantaron el Himno durante el peloteo previo?
–Sí. No se me escapa una. Estuvieron fantásticos.