Lunes, 7 de junio de 2010 | Hoy
TENIS › RAFAEL NADAL CONQUISTó SU QUINTO ROLAND GARROS
Desde hoy, el español vuelve a ser el mejor tenista del mundo, desplazando a Roger Federer, tras haber vapuleado en tres sets al sueco Robin Soderling y haber regresado del infierno deportivo.
Por Pablo Sanguinetti
Desde París
El misil del sueco Robin Soderling se estrelló en la red, Rafael Nadal se dejó caer sobre el polvo de ladrillo y luego, escondiendo la cara entre las manos, se largó a llorar: acababa de ganar mucho más que su quinto Roland Garros. La celebración cargada de emotividad con la que Nadal recibió el título 40º de su carrera (y, como si fuera poco, su regreso al número uno del tenis mundial) contrastó con los comedidos festejos que siguieron a su cuarto Roland Garros en 2008, cuando aplastó en la final a Roger Federer.
“Probablemente sea el día más emocionante de mi carrera”, dijo con voz temblorosa en la entrega de premios, tras propinar a Soderling un sólido 6-4, 6-2, 6-4 y acercarse un poco más a los seis Roland Garros del mítico Björn Borg.
Luego, más tranquilo pero siempre con la voz quebrada, explicó mejor la mezcla de sensaciones que estallaron en esas lágrimas. “Felicidad, por supuesto, una gran satisfacción personal también”, describió. “He jugado todo el torneo con más ansiedad de lo que hubiera tocado, con más nervios. Eso ha hecho que haya pasado momentos difíciles, porque no terminaba de encontrarme en la cancha.”
Soderling, que en 2009 había eliminado a Nadal en octavos y que venía de ganar este año a Federer en cuartos de final, comenzó desplegando su juego habitual de saques imparables y “bombazos” desde el fondo de la cancha. El español, sin embargo, fue metiéndose en el partido y convirtió su primer break point con un passing cruzado para ponerse 3-2. Nadal desaprovechó luego tres set points cuando Soderling sacaba con un 5-3 abajo, pero ganó su saque y el primer set.
El segundo mostró el mejor repertorio: passings imposibles cuando parecía vencido, drops inalcanzables e incluso un buen manejo de su punto más débil: el saque. En el partido disparó siete aces, los mismos que el sueco. En el juego más espectacular del encuentro, cuando Nadal sacaba 1-0 abajo, salvó cuatro break points en contra, uno de ellos recuperándose incluso de un smash de Soderling, y luego ganó el saque. El sueco defendió su servicio, pero Nadal ganó cuatro juegos consecutivos para hacerse con el segundo set, entre los gestos de queja y frustración cada vez más frecuentes de Soderling.
Con ese impulso comenzó el tercero: el español lo estrenó quebrando el saque y ganando el suyo. Mantener ese break arriba le sirvió hasta el final para terminar el set y el partido. Soderling no logró convertir ninguno de los ocho break points que tuvo en todo el partido. Nadal aparecerá hoy en el número uno del ranking mundial, desplazando de ese puesto a Federer.
“Definitivamente tiene chances de ser número uno por un largo tiempo si sigue jugando así”, dijo Soderling tras la derrota. “Es muy difícil ganarle, sobre todo en polvo. Realmente no entré en el partido. Puedo jugar mejor, pero Nadal estaba jugando bien, extremadamente bien. Fue un partido muy duro.”
Volver a la cima del ranking no fue el único aditivo con el que vino este nuevo título para Nadal. El español volvía a un escenario en el que hace un año había comenzado su particular descenso a los infiernos. La derrota contra Soderling en octavos de final de 2009 puso de manifiesto diversos problemas físicos y personales que marcarían los meses siguientes.
Obligado a renunciar a Wimbledon (“una de las decisiones más difíciles” de su carrera), Nadal cayó en julio al número dos y luego al tres, por primera vez en cuatro años. Sólo en abril de 2010, después de meses de trabajo, el español rompió la racha al ganar en Montecarlo, su primer título en 11 meses. Sería el inicio de una temporada perfecta en polvo, con triunfos en Roma y Madrid, y un invicto que se extendió a 22 victorias contra ninguna derrota. En toda esa racha sólo perdió dos sets.
Esa historia de caída y recuperación tenía hoy, frente al mismo rival y en el mismo escenario donde había comenzado, una cita trascendental. “Es una de las victorias más importantes de mi carrera”, concluyó Nadal, que despachó a un rival especialmente complicado, verdugo de Federer en cuartos de final, con una exhibición de su mejor juego.
“Mi objetivo es intentar mantenerme así, a este nivel, el máximo posible. Y para ese objetivo hay que estar sano. Yo hago todo lo posible para cuidarme, para estar bien. Y a partir de ahí volverá a haber momentos difíciles. Hay que aprender de las experiencias, afrontarlas con tranquilidad y con la misma ilusión de siempre.”
Cuando París amaneció bajo una formidable tromba de agua, muchos lo interpretaron como un augurio nefasto: una cancha mojada y un tiempo húmedo favorecían el juego potente y plano de Soderling.
Pero los augurios suelen interpretarse mal. Pasada la final, la lluvia de la mañana quedó sólo como un guiño anticipado de París a las lágrimas del nuevo número uno del mundo.
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