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Lunes, 21 de febrero de 2005

GINOBILI PARTICIPO DEL JUEGO DE LAS ESTRELLAS

Manu, alto en el cielo

El bahiense hizo historia al mezclarse entre los mejores jugadores de la NBA, en el partido que la liga estadounidense vende para todo el mundo.

Y se cumplió su sueño. Rodeado de las grandes figuras de la liga, con una multitud que copó el Pepsi Arena de Denver, el bahiense Emanuel Ginóbili se convirtió en el primer sudamericano en participar en un Juego de las Estrellas de la NBA. Un hito para el básquetbol argentino, uno más del deportista más importante del país en la actualidad. Hasta Charles Barkley, autodenominado su fan número uno, lo aplaudió.
Todo estaba previsto. Primero presentaron a Gregg Popovich, el entrenador de San Antonio, y ayer técnico del equipo del Oeste. Luego, uno a uno fueron pasando las estrellas elegidas, que bajaban de una especie de caverna, secundados por una guardia de porristas y chicos. Avanzó el alemán Dirk Nowitzki, lo siguió Shawn Marion, más tarde llegó el turno de Steve Nash y luego le tocó el momento a Amare Stoudamire. Entonces, el que apareció en pantalla fue Manu. Con el buzo de los Spurs, el argentino se paró frente al público, miró a ambos costados y saludó. Parecía algo nervioso, pero casi enseguida se metió entre sus compañeros, luego de saludar a los chicos que lo escoltaban.
Tras el show habitual, con himno estadounidense y música country incluidos, llegó el momento del básquetbol. Sin marcas, casi como un picado, el Oeste empezó a sacar ventajas desde temprano. Y a falta de 1m 50 ocurrió el hito para el básquetbol argentino. Ginóbili ingresó al campo, para compartir juego con Nowitzki, McGrady y compañía. En ese pasaje, asentado como el base del equipo, se dedicó a pasar la pelota, sin intentar lanzamientos. Ya en el segundo cuarto, una tapa a Gilbert Arenas fue su carta de presentación importante en el juego. Con menos de tres minutos en cancha, Gregg Popovich lo mandó a sentar, tal vez pensando más en el resto de la temporada con San Antonio que en el partido de anoche.
Un rato más tarde volvió a la cancha, ya con Steve Nash como ladero. Y en el segundo ingreso, el aporte del bahiense fue mucho más significativo. Primero probó un triple que rebotó en el aro, pero casi de inmediato se tomó revancha con dos penetraciones, la segunda con una bandeja volada por sobre dos marcadores. Luego, una asistencia y un rebote incrementaron los números de su planilla, en los once minutos que estuvo en el primer tiempo. Claro que a esa altura, al argentino las estadísticas eran lo que menos le importaban. Su sueño estaba cumplido. Al cierre de esta edición seguía metido en la constelación, a la cual está bien claro que pertenece. Es una auténtica estrella y ya nadie lo discute.

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Iverson y Duncan, dos estrellas que participaron en la fiesta.
 
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