Muy pocas veces, casi nunca como por estos días, se hizo realidad aquello que se dijo desde siempre y cuyo número solamente los censos de población fueron modificando: en la Argentina hay casi tantos directores técnicos de fútbol como habitantes. El histórico “a quién sacamos” fue dejándole lugar al “a quién ponemos”, salvo contadas excepciones. La lista de jugadores convocados para la etapa final de las Eliminatorias para el Mundial de Alemania del fin de semana, con abrumadora mayoría de futbolistas que juegan fuera del país –como viene sucediendo ya desde hace años y con distintos cuerpos técnicos– diversifica todavía más el espectro y profundiza las discusiones.
De los últimamente más o menos habituales no fueron convocados ni Bernardi, ni Maximiliano Rodríguez, ni D’Alessandro, ni Cambiasso. Ninguno de los tres primeros aportó demasiado. Cambiasso fue fundamental en algunos partidos. De los citados para enfrentar a Perú, quien esto escribe no entiende por qué Samuel, por qué Duscher, por qué Leonardo Franco, por qué Zabaleta. Y de los no citados, por qué no Zanetti –salvo que sea por lesión–, quizá con Sorin quien más y mejor rindió en el equipo nacional cada vez que se lo necesitó.
Aunque pueda sorprender, parece acertado el llamado a Demichelis, así como la insistencia con Gabriel Milito y Santana, y ni qué hablar de Lionel Messi. Y aunque Lucho González pase por uno de sus peores momentos, por lo menos desde que comenzó a jugar en la Selección, su historia reciente –no, por cierto, la inmediata– justifica absolutamente las expectativas de recuperación. Si Abbondanzieri y Lux serán los arqueros de la lista de entre quienes juegan en la Argentina, lo que no parece admitir discusión, el tercero bien podría salir de Campagnuolo, Saja y Ojeda. Y entre los jugadores de campo, además de Castromán –parece que número puesto–, obviar a Bilos y al Kun Agüero con la Selección ya clasificada, no parece resistir demasiados análisis.