Lunes, 24 de diciembre de 2007 | Hoy
FIGURA CLAVE EN EL TRASCENDENTAL LOGRO DE LOS PUMAS
El Maradona que la ovalada tanto quería
Por Ariel Greco
Siempre se lo consideró un talentoso y una gran promesa. Sin embargo, incluso para el mundo del rugby, su nombre no aparecía entre los más rutilantes. Es cierto, integró cuanta selección juvenil argentina participó por el mundo, desde que a los 17 años fue convocado por primera vez para incorporarse a Los Pumitas. Pero haber pasado desde la segunda división de la URBA a la máxima categoría del rugby francés, o lo que es lo mismo, de Deportiva Francesa de Pilar al Stade Français, sin jugar en Primera en Argentina, lo llevó a no ser tan reconocido para el público masivo.
Sin embargo, el talento de Juan Martín Hernández pudo más. Y con su deslumbrante presentación en el Mundial, comandando a Los Pumas al histórico tercer puesto en el certamen que se disputó en septiembre y octubre en Francia, a “Carajito”, como lo conocen desde que a los tres años molestaba al costado de la cancha en Pilar mientras jugaba su padre o cuando era arenero o aguatero en los partidos de Primera, la fama, en su tierra, le llegó hasta para transformarse en uno de los jugadores argentinos más aclamados y en la cara principal de varias marcas internacionales.
Su debut en Los Pumas llegó en 2003 ante Paraguay, unos meses antes del Mundial de Australia. Sus buenas actuaciones lo llevaron a la lista definitiva y un corte que sufrió Ignacio Corleto en el debut le permitió disfrutar de sus primeros minutos en una RWC. Hasta anotó dos tries en el juego ante Rumania. Allí lo descubrieron los franceses, que se lo llevaron a los 21 años. Un par de temporadas después, “El Mago”, el apodo que le puso la prensa francesa, devolvió esa confianza con el título nacional, jugando tanto de apertura como de fullback.
Ya con cuatro años de experiencia en el rugby internacional, Hernández llegó como potencial figura al Mundial, por más que sólo tenía 21 test-matches con la casaca de Los Pumas. Y allí sí, con su talento, se transformó en la cara visible del equipo argentino. Con la histórica camiseta 10 de Hugo Porta y ya afianzado como el apertura por el que apostó el entrenador Marcelo Loffreda, Hernández demostró su jerarquía y las razones por las cuales se lo considera uno de los mejores del mundo en su posición.
Más allá de sus excelentes actuaciones en los dos partidos ante Francia o ante Escocia, su momento en el Mundial se dio ante Irlanda, el día de la clasificación a los cuartos de final. Dos drops de derecha y uno de zurda sirvieron para que en el Stade de France se escuchara el “Maradooo, Maradoooo...” que bajaba desde las tribunas. “Es el jugador más influyente de Los Pumas. Juega la pelota con el pie de manera excelente, y lo hace como los mejores futbolistas”, dijo aquella noche Eddie O’Sullivan, el entrenador irlandés que lo sufrió.
Mucho más reconocido en el exterior que en la Argentina, el año pasado se dio el lujo de ganar el Olimpia de Plata y ser parte del 15 ideal en la elección de la IRB. Esta temporada, luego del Mundial, participó de la gala al mejor jugador del planeta, que finalmente quedó en poder del sudafricano Bryan Habana. Y otra vez se quedó con el premio al mejor rugbier argentino e, incluso, peleó por la estatuilla de oro con Angel Cabrera, David Nalbandian y Lionel Messi. En definitiva, en 2007 le llegó el reconocimiento que su talento merecía.
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