libero

Lunes, 11 de noviembre de 2002

PERDIO POR PUNTOS ANTE J. D. SCLARANDI EN LA FAB

Triste, solitario y final regreso del ex campeón Julio César Vásquez

A los 37 años, y después de una ausencia de once meses en los rings, el zurdo santafesino volvió a subir para enfrentar a Jorge Daniel Sclarandi. Tras el espejismo de los tres primeros rounds, el ex campeón del mundo de los superwelters 1992-95 se vio ampliamente superado por Sclarandi hasta perder en forma incuestionable por puntos. Un futuro realmente oscuro.

Por Daniel Guiñazú

Parado de cara a su propio ocaso, el regreso de Julio César Vásquez al boxeo sólo produjo tristeza. Inmediatamente después de que se proclamara su clara derrota por puntos en fallo unánime ante Jorge Daniel Sclarandi, una pena profunda y silenciosa se desparramó por todo el viejo estadio de la FAB. Nadie quedó con ganas de decir nada, se atragantaron las críticas y los silbidos y apenas unos pocos esbozaron un aplauso de circunstancias, más cargado de piedad que de cualquier otro sentimiento.
Se sabía en el ambiente que Vásquez no estaba bien. Que, a los 37 años, era un fantasma de aquel que había sido campeón del mundo de los superwelters entre 1992-1995 y que su físico tallado en piedra estaba pagando los deslices de una vida a la que le sobraron los excesos y le faltaron los cuidados. Se sabía todo eso. Sin embargo, había una esperanza: que el corazón guerrero del zurdo santafesino disimulase la hostil comprobación de que el pasado nunca vuelve.
Sin embargo, no hubo forma de ocultar la decadencia. Vásquez (72,600 kg) se pareció a sí mismo nada más que en los tres primeros rounds. Sólo en esos nueve minutos iniciales, con las energías frescas, pudo advertirse que ese que estaba sobre el ring había sido, en su tiempo, el mejor de todos. En el arranque, Vásquez fue Vásquez en la intención de acorralar a Sclarandi (72,300 kg) y de hacerle sentir el rigor de su gancho de izquierda a la cabeza o al hígado. Lo corrió por todo el cuadrilátero y le llegó seguido pero sin conmoverlo jamás, por algo muy simple: en mediano, su mano no pesa como pesaba en superwelters.
Sclarandi, actual campeón sudamericano de los medianos, se dio cuenta de que pronto Vásquez iba a perder brillo. Y del 4º round al final, construyó la pelea que lo llevó a la victoria. Cambió la cautela por el atrevimiento, comenzó a soltar su derecha recta para sorprenderlo a Vásquez y Vásquez se vino a pique. Si en su apogeo, el santafesino nunca fue un boxeador rápido y talentoso, capaz de sorprender con recursos extraordinarios cuando su fuerza no resultaba, menos podía serlo ahora que recorre la recta final de su campaña. Sin potencia en su izquierda, sin creatividad para intentar algo diferente y dando testimonio a cada paso de cuánto le pesaban sus once meses de inactividad, se tendrá en claro por qué el santafesino se fue estancando en la misma medida que Sclarandi se fue encendiendo hasta convertirse en dueño de la noche.
A diferencia de la pelea que ambos protagonizaron el 19 de febrero de 2000 en Mar del Plata, Sclarandi lo respetó bastante menos a Vásquez. Tuvo la ambición de victoria que aquella vez le faltó y por eso, aferrado a su planteo sencillo pero efectivo, fue quien terminó con los brazos en alto luego de imponerse, consecutivamente, en los últimos cinco rounds. Omar Fernández y Francisco Seleme lo vieron ganador por 98,5 a 94 y Enrique Primerano por 98,5 a 93,5. Líbero tuvo una visión más ajustada: 97,5 a 95,5 porque a Sclarandi le faltó mayor contundencia. Tocó más de lo que pegó, pero eso no sorprende: de sus 27 victorias, sólo dos sucedieron antes del límite.
¿Qué hará Vásquez ahora que comprobó en carne propia lo inexorable de su declive y que a nada puede aspirar dentro y fuera del país? En principio, nada. Después de la pelea admitió su derrota (“en el quinto round me ahogué y cuando me recuperé ya era tarde”, dijo) y adelantó que hoy mismo volverá a entrenarse porque el 30 de noviembre quiere pelear en Montevideo con el uruguayo Enrique Campos. ¿Vale la pena el esfuerzo? Sólo para seguir recaudando.
Quien ganó 2 millones de dólares en su carrera y los dilapidó sin conocer su destino, hoy demanda 5000 pesos de bolsa para poder vivir con decoro en una piecita de hotel en el barrio de Once. El futuro del otrora indestructible campeón del mundo tiene la cara de hereje de su propia necesidad. Julio César Vásquez no sigue porque busca recuperar la gloriaperdida. Sigue por la plata. Ojalá que el boxeo no se ensañe con él como él se ensañó con su propia vida.

Compartir: 

Twitter

Al combatir en mediano, con mas de 72 kilos, Vasquez no lastima como antes.
 
LIBERO
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.