TODAVíA SIGUE DANDO COMBATE
› Por Facundo Martínez
No fue el tenista argentino que más títulos ganó en la temporada, ni el que terminó en la mejor posición del ranking; tampoco alcanzó el número uno en el ranking de dobles, honores que quedaron en manos del bonaerense Juan Ignacio Chela, el tandilense Juan Mónaco y la tigrense Gisela Dulko, respectivamente, pero en un punto ninguno de sus compatriotas lo alcanza: David Nalbandian volvió a destacarse por su entrega y su pasión copera para jugar la Davis y conducir al equipo nacional hasta las semifinales. Además, ganó el título en Washington y, pese a las lesiones que lo acosaron durante buena parte de 2010, logró terminar el año entre los top 30, el objetivo que él mismo se había fijado tras la operación de cadera de 2009 que lo mantuvo durante ocho meses fuera de los courts.
Las consecuencias de ocho meses de inactividad y el retorno a la alta competencia no tardaron en aparecer, tal como se lo había anticipado su médico personal, Angel Ruiz Cotorro, también médico de la Real Federación Española de Tenis. Nalbandian no tardó en asimilar lo incorruptible de esa sentencia. Su temporada fue irregular, plagada de lesiones, pero así y todo el cordobés logró cumplir varios objetivos.
Mientras se preparaba para jugar en Auckland, tras el largo parte por la operación, sufrió un desgarro en la zona abdominal, que lo obligó a bajarse también del Abierto de Australia, primer Grand Slam de la temporada. En el puesto 140º del ranking, su retorno quedó para el ATP de Buenos Aires, donde alcanzó los cuartos de final que abandonó sin jugar debido a una distensión en el aductor derecho.
Su participación en la primera ronda de la Copa Davis ante Suecia estaba en duda. El equipo de Tito Vázquez, que sin sus principales raquetas iba de punto, ya estaba en Estocolmo cuando Nalbandian decidió tomarse el avión para sumarse al equipo. Con el punto en el dobles en pareja con Horacio Zeballos y en el cierre frente a Andreas Vinciguerra, el cordobés se convirtió en el artífice de la victoria 3-2, el otro punto lo había logrado el correntino Leo Mayer ante Joachim Johannsson.
Pero la alegría le duró, la serie le dejó secuelas: una contractura en el aductor derecho que, si bien no le impidió jugar en Indian Wells y Miami, lo condicionó. Segunda ronda en el primero de los Masters 1000 y tercera ronda en el otro. Recién pudo llegar sin problemas a Montecarlo, donde cayó en cuartos de final frente al serbio Novak Djokovic, retirándose del torneo con un desgarro en el isquiotibial izquierdo, que lo obligó a bajarse del Masters 1000 de Madrid y también de Roland Garros.
En el puesto 153º del ranking, Nalbandian reapareció dos meses más tarde en la serie por los cuartos de final de la Copa Davis ante Rusia, en Moscú. Con sus triunfos en el primero y quinto puestos de la serie sobre Nikolai Davydenko y Mikhail Youzhny, respectivamente, el equipo argentino consiguió otra patriada, se impuso por 3-2 ante su verdugo en la final de 2006 y alcanzó las semifinales, donde lo esperaba Francia.
Su mejor momento del año llegó recién en agosto. Arrancó ganando el título en Washington, luego metió cuartos de final en el Masters 1000 de Toronto, con una seguidilla record para él de 11 triunfos consecutivos: dos por la Davis, seis en Estados Unidos y tres en Canadá. El título y los triunfos lo catapultaron hacia la parte alta del escalafón, ya en el puesto 37º disputó el Masters 1000 de Cincinnati, donde cayó en tercera ronda, la misma suerte que corrió en el US Open, cuarto y último Grand Slam de la temporada.
Con ese envión y parte de su objetivo en el ranking cumplido, como número 28º del mundo llegó Nalbandian a París, a pelear por un lugar en la final de la Davis. Pero allí cayó ante Gael Monfils y la Argentina se despidió con una derrota por 5-0. “Se hizo un buen papel en la Davis, pero queda la espina clavada por no poder consagrarse –admitió Nalbandian–. Necesitamos que el equipo esté ciento por ciento físicamente para ganarla.”
El resto de la gira de cemento –Montpellier, Basilea y Masters 1000 de París– le sirvió para seguir escalando posiciones hasta terminar el año como número 28º del mundo. “Mi objetivo es volver a estar en el Top Ten. Fue una temporada muy irregular, marcada por los problemas físicos. Con esas lesiones es muy difícil alcanzar algo de continuidad”, le dijo Nalbandian a Página/12, poco antes de consagrarse en la Copa Peugeot Argentina, que se disputó hace dos semanas en el Buenos Aires Lawn Tennis, ganándole la final a Mónaco.
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