Lunes, 24 de octubre de 2011 | Hoy
OPINIóN
Por Juan José Panno
Las declaraciones de la científica que regresó al país, el veterano que consiguió su lugar en el astillero y el muchacho que soñaba con Australia, que formaron parte de la campaña oficial para la reelección de Cristina, se parecen muchísimo a las declaraciones de profundo agradecimiento que formulan por estos días los deportistas argentinos que participan de los Juegos Panamericanos de Guadalajara y garantizan la continuidad en el cargo del secretario de Deportes, Claudio Alberto Morresi.
En los tiempos de jugador, Morresi mantenía un rendimiento altísimo y un perfil muy bajo. Los hinchas de Huracán, de River y hasta los de Vélez, donde jugó poco, pueden dar fe de esto. En el club de Núñez, al lado de superfiguras como Enzo Francescoli y el Beto Alonso, Morresi siempre se ganó su lugarcito en el podio, con su juego refinado y sus goles. Fuera de la cancha nunca hizo declaraciones estentóreas, no se relacionó con botineras, no participó de ningún escándalo.
El funcionario Morresi se parece mucho al jugador. Crea, se esfuerza, aprende todo el tiempo, promueve el crecimiento deportivo individual y colectivo, del alto rendimiento y el deporte social, sin hacer bandera, sin llamar demasiado la atención.
Los resultados obtenidos en los Panamericanos son extraordinarios si se traza una línea inversa y se observa desde dónde se partió. Hace diez años, el deporte argentino estaba estancado, los lugares de entrenamiento destruidos, las becas estranguladas, las relaciones con el Comité Olímpico y las federaciones, conflictivas. La creación del Enard, el ente de trabajo conjunto de la Secretaría de Deportes y el Comité Olímpico Argentino, el crecimiento de un 1200 por ciento en el presupuesto, se pueden verificar en los resultados obtenidos. Más medallas en los deportes de menor inserción y en las federaciones menos ricas, mejores registros nacionales y un avance indudable en todos los planos. Ya no se trata sólo de las chicas del hockey, un par de nadadores de elite y algunos otros casos aislados y poco representativos.
El número de medallas que se obtengan en Guadalajara es apenas un punto de referencia menor si se las compara con las que se consiguieron en relación con anteriores competencias. Además se han hecho importantes avances en lo social, como no ocurre en la mayoría de los países del hemisferio que giran sobre el único eje del deporte de alto rendimiento.
El apoyo a los clubes de barrio, los centros regionales de desarrollo deportivo y los Juegos Evita cada vez más masivos, se corresponden con la línea que llega muy clara desde el poder: gobernar para todos, pero pensando siempre en la inclusión social y en los que menos pueden.
Hay que alegrarse porque se superará la marca de Río de Janeiro, por las medallas en remo, por las de natación, del yachting, del esquí acuático, por las de las pibas de la lucha y, más que nada, hay que alegrarse porque Claudio Morresi siga siendo un crack, como en los tiempos de jugador.
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