CUANDO LA BUSQUEDA DEL FISICO IDEAL NO TIENE NADA QUE VER CON LA EXIGENCIA DEPORTIVA
La quimera del cuerpo perfecto
La sociedad argentina continúa privilegiando la imagen corporal a la salud. La proliferación de gimnasios, pese a la crisis, acarrea otros dramas, como el comercio ilegal de anabólicos y la automedicación con resultados nefastos.
Por Gustavo Veiga
Al ritmo de una sociedad que privilegia cada vez más el individualismo y la competencia como medios legítimos para alcanzar metas y objetivos, el ideal de un cuerpo sano queda relegado bajo el imperativo de la imagen corporal. La proliferación de gimnasios y cadenas deportivas en nuestro país es un claro indicador. Esta cultura acarrea nuevos problemas: el comercio ilegal y la automedicación con anabólicos esteroides y otras sustancias de riesgosos efectos secundarios, las dependencias psicológicas y los trastornos en la alimentación. Al mundo del gimnasio no sólo se entra por deporte. Muchos van porque desean alcanzar una ilusoria meta personal; para ellos la más importante, o quizá la única posible: la del cuerpo perfecto.
Las nuevas tecnologías aplicadas a la química y a la biomecánica ponen hoy a disposición de los atletas toda una gama de componentes sintéticos y suplementos nutricionales y farmacológicos, cuya finalidad originaria se ha desvirtuado: concebidos para usos terapéuticos, son utilizados en forma indiscriminada para incrementar al máximo el rendimiento físico, o simplemente por cuestiones estéticas. “Hay gente que viene y me pregunta por el tema de los anabólicos”, explica Esteban Di Virgilio, profesor de musculación deportiva y personal trainer. “Y yo les digo que todo lo que quieran consumir por fuera de mi lugar de trabajo corre por cuenta de ellos.”
Para una persona que va al gimnasio con regularidad, no es difícil el acceso a las drogas adecuadas o, por lo menos, a una información precisa sobre dónde y cómo conseguirlas. De quienes eligen este camino, sólo unos pocos recurren a algún médico de confianza para que les establezca un ciclo de consumo adecuado, les provea de las recetas necesarias y realice los seguimientos correspondientes del caso. “Los chicos no se cuidan – sostiene Gabriel Schaab, profesor de musculación de la cadena de gimnasios Sport Club, en la sede Almagro–. Toman, o hacen un plan sin control. Ves cómo se llenan de líquidos, y a las dos semanas de haberlo terminado, observás cómo se desinflan.”
En su libro Actualizaciones en doping, Gustavo Redondo, entrenador de fisicoculturismo, asegura que el mayor riesgo en el consumo de sustancias es la automedicación. El 90 por ciento de los usuarios de anabólicos, por ejemplo, no recibe ninguna supervisión médica. En general, la búsqueda de un cuerpo perfecto se realiza de manera individual y por otros canales: “El consumo –dice Esteban Di Virgilio– tiene que ver con el lugar donde entrena cada uno. Hay gimnasios donde ya te venden los anabólicos esteroides. Y también hay farmacias.”
Atletic 2000, en el barrio de Congreso, es uno de esos gimnasios en los que puede obtenerse todo tipo de esteroides. En la Capital Federal, las farmacias Saturno, cuyo dueño es conocido en el ambiente con el seudónimo Mame, y Medrano son dos de las más visitadas. Allí se pueden conseguir, sin receta, Testovirón 100 y Testovirón 250 (nombres comerciales de la testosterona sintética), Decadurabolín (nandrolona), Undestor (andriol), Clemumar u Oxibrón (clembuterol), Winstrol Depot (estanosolol inyectable), hormona del crecimiento (Gh o somatropina) y propinato de testosterona; todos estos anabólicos esteroides.
Estas dos farmacias también fabrican sus propios suplementos nutricionales y dietarios, aminoácidos y creatina. Y es que la gente que consume hace la distinción entre ambas categorías de productos sin considerar que el origen de la dependencia es psicológico.
“Hay una diferencia entre el consumo de anabólicos y las vitaminas –continúa De Virgilio–. Tenés aminoácidos, tenés creatinas. Son complejos vitamínicos que no son sustancias prohibidas. Los aminoácidos son sustancias que tenemos en el cuerpo. Mucha gente piensa que cuando se consume creatina, se están consumiendo anabólicos. Eso es por ignorancia”. La mayoría de los anabolizantes que se consiguen en el mercado tienen origen europeo. Los controles sobre los importados desde los Estados Unidos son un poco más rigurosos para las farmacias, puesto que para suventa la Agencia Norteamericana de Lucha contra el Narcotráfico (DEA) exige una justificación por medio de las recetas archivadas. El uso de insulina, en su versión sintética ultrarrápida, también es común en los gimnasios. La prefiere la gente que tiene poca grasa corporal para facilitar la quema de nutrientes y azúcares en los músculos. La sobredosis puede provocar comas hipoglusémicos.
Adonis a cualquier precio
Francisco López Alvarez, personal trainer y fisicoculturista amateur, afirma: “Hoy la imagen es lo que sos. Por eso cada día más gente va al gimnasio. Hay personas que si no están bien físicamente, tienen la autoestima por el piso, o se deprimen. Esto, por lo general, termina en desórdenes alimentarios o sobredosis con antidepresivos.” La primera aproximación al consumo tiene que ver con la supuesta falta de crecimiento corporal: comen en exceso, continúan entrenando mucho más fuerte que antes, pero se dan cuenta de que la diferencia física con otros compañeros es abismal. Y entonces se preguntan: ¿estaré haciendo bien las cosas? ¿Cómo puede ser que mis compañeros, entrenando mucho menos que yo, tengan semejantes cuerpos? “Al principio, el tema del consumo es bastante cerrado, salvo que encuentres alguna persona que quiera venderte esteroides o aminoácidos para hacer negocio. Sin la parte química, no se logran grandes cambios en el cuerpo”, dice López Alvarez.
Y en lugar de recurrir al profesor, el paso siguiente es indagar al resto sobre el consumo de esteroides. Pero la información es casi un secreto profesional. Comienzan a tomar aminoácidos y creatina, pero el aumento en masa muscular termina al poco tiempo. Luego descubren el milagro de los esteroides: un pequeño ciclo de estanosolol –Winstrol o Stromba son los nombres comerciales más manejados– y ven que los resultados son formidables. A la vez, pasan a un estado emocional totalmente opuesto: de éxito, de integración dentro del grupo, de imagen vital y saludable. El narcisismo los lleva a inmolarse por una imagen. Francisco López continúa: “Si uno quiere obtener una masa muscular importante, tiene que comer, por lo menos, seis veces al día. Con la droga solamente no pasa nada. En la etapa de definición del cuerpo, en cambio, tenés que desprenderte de toda la grasa corporal. Allí, las calorías se reducen a la mitad. O sea que, o estás comiendo mucho, o muy poco. En ninguno de los dos casos son ingestas normales. Tampoco sirve ser bulímico o anoréxico, ya que si no comés, no crecés. El tema de los desórdenes alimentarios es más frecuente en las mujeres: van al gimnasio para bajar de peso, y a la vez hacen dietas donde comen poco y nada. Por eso, en algunos gimnasios se prohibió colocar balanzas.”
Al respecto, Esteban Di Virgilio dice: “En el gimnasio existe lo que te venden: tenés que ser flaco, tenés que ser Pampita. Por eso hay muchos problemas en las chicas con el tema de la anorexia y la bulimia. En la Argentina, los anabólicos y las hormonas masculinas son habituales entre las mujeres que hacen fitness o fisicoculturismo. Es la única manera de entrar en un nivel de competición”. En cambio, Gabriel Schaab afirma: “Sé que las mujeres consumen anabólicos. Pero los hombres son los más adictos, porque se supone que los efectos secundarios en la mujer son mucho mayores que en los hombres. Por lo general, las mujeres consumen quemadores grasos.”
Muchas de estas personas son conscientes de los problemas inmediatos y a futuro que el consumo indiscriminado de sustancias sintéticas acarrea. Otros prefieren ignorar los posibles males hasta el momento en que les toque padecerlos. Y es así que hoy, en nombre de la imagen corporal, las mujeres se atormentan en los gimnasios tratando de curar su vanidad herida. En los hombres, el espejo levanta la autoestima y los personal trainers se vuelven mucho más necesarios que los psicólogos.
* Investigación de Marcos Arano, Leandro Costalta, Ricardo Guerriero y Gastón Malateste (cátedra de Taller III, carrera de Comunicación, UBA).