Lunes, 21 de octubre de 2013 | Hoy
OPINIóN
Por Osvaldo Arsenio *
Con el apoyo económico y organizativo del Ministerio de Desarrollo Social y del Enard, se disputaron en Buenos Aires los III Juegos Juveniles Parapanamericanos en los que participaron más de 600 deportistas menores de 21 años, representando a 15 países.
Los Juegos tuvieron como epicentro principal las instalaciones deportivas del Cenard, acondicionadas especialmente para el evento que reunió adolescentes con diversas discapacidades que participaron en diez deportes. En el medallero, Brasil, México y la Argentina encabezaron con holgura la mayoría de las disciplinas, mostrando nuestro país con más de 130 medallas un fuerte crecimiento cualitativo y cuantitativo con respecto a anteriores eventos.
Es claro que la situación en esta última década ha tenido constantes y positivos cambios con respecto a lo que sucedía apenas 20 años atrás. Quizá la clave de este gran desarrollo ha sido la fuerte visibilización del deporte social y de alto rendimiento para personas con discapacidad encarada por el Estado a través de diversos programas de la Secretaría de Deporte en los últimos 10 años.
Apenas iniciado el nuevo milenio, las actividades deportivas en nuestro país estaban circunscriptas a muy pocos atletas y los becarios eran casi inexistentes. Las escasas iniciativas eran sostenidas por algunos deportistas y técnicos, como el casi legendario Beto Rodríguez, que suplían con pasión y entusiasmo la ausencia de respuestas adecuadas en ámbitos político-dirigenciales.
Las becas otorgadas hoy a los deportistas suman casi 200 y se hallan equiparadas desde el año 2004 con los mismos montos de los deportistas convencionales.
Esta presencia sólida del Estado se refleja no solamente en los éxitos deportivos sino en la formidable articulación del deporte social en todo el país, a través de los Juegos Evita, que permitieron a niños y jóvenes de las distintas regiones participar masivamente en ese gran encuentro que actuó en la última década como decisivo elemento transformador de nuestras realidades deportivas, tanto en convencionales como en discapacitados (al punto que alrededor del 50 por ciento de las medallas logradas proviene de niños y adolescentes que compitieron en 2012 en los Juegos Evita).
A través de esas políticas, la Argentina ha logrado un notable posicionamiento internacional en cuanto a desarrollo del deporte paralímpico; como ejemplo, se advierten hoy grandes avances en el número de atletas federados en deportes como atletismo, judo, tenis, fútbol y natación, que superan en muchas categorías a potencias del deporte, como Estados Unidos, Canadá o Alemania.
Unos Juegos Parapanamericanos que, más allá de los grandes resultados mensurables en medallas, se pueden también medir por ser la muestra palpable de la definitiva inclusión de muchos niños y jóvenes en el maravilloso mundo del deporte.
* Director nacional de Deportes.
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