Lun 18.08.2003
libero

UN BALANCE DISTINTO DE LA ACTUACION ARGENTINA EN LOS JUEGOS PANAMERICANOS

¿Cuánto costaron las 63 medallas?

Con 16 distinciones de oro, 20 de plata y 27 de bronce, la Argentina ocupó el séptimo lugar en el medallero de Santo Domingo. Como seguramente vendrá el momento de las explicaciones, las excusas y las recriminaciones, bien vale echarle un vistazo al origen de todo, el esfuerzo que costó poner a casi 400 atletas en los Juegos, para saber qué tan caras nos salieron.

› Por Gustavo Veiga

“No veo que se advierta la
existencia de la burguesía
deportiva. Se la conoce.
Pero no se le da importancia.”
(Dante Panzeri)

Los Juegos Panamericanos que finalizaron anoche en Santo Domingo proyectan más sombras que luces. Si los observamos con una mirada restringida a los éxitos y fracasos de los atletas, corremos varios riesgos: perder de vista cómo es la política deportiva que explica esos resultados, cómo interactuaron la secretaría que aún domina el vicepresidente Daniel Scioli, el Comité Olímpico Argentino y las distintas federaciones; cómo bajó la inversión económica del Estado en el área y cómo los hechos no se compadecen con una retórica hueca, donde los medios juegan un papel determinante. Puede colegirse que, si José Meolans o Las Leonas ganaron el oro, enhorabuena; pero no debe olvidarse cómo ciertos dirigentes se arracimaron buscando el sol del Caribe, cómo se reemplazó en un vuelo charter al plantel de vóleibol por una docena de periodistas y cómo el marketing o la publicidad le ganan por nocaut a temas que, con frecuencia, son olvidados: la ley del deporte, quién maneja los fondos o el desdén de las disciplinas profesionales hacia competencias como la de República Dominicana que, mal que les pese, son la expresión deportiva de América toda.
El miércoles 13, cuando se confirmaba la tendencia de que el deporte argentino no podría sostener el cuarto puesto obtenido en el medallero de Winnipeg ‘99, la Dirección Nacional Técnico-Deportiva, que encabeza el profesor Luis Erdociain, señalaba entre las causas del declive:
1 El importante avance de Brasil, México y Venezuela.
2No haber alcanzado el oro en deportes con expectativas para conseguirlo como el hándbol.
3Un importante incremento en los presupuestos de México (80 millones de dólares) y Venezuela (68 millones) que, en el primer caso, superó en un mil por ciento al asignado por nuestro país (8 millones).
Ese paralelo con las dos naciones acaso fue estimulado por los funcionarios que, durante la gestión de Scioli como secretario de Estado en el 2002, comparaban la inversión en diferentes rubros con el período 2001 en que estuvo al frente Marcelo Garraffo, el ex jugador de hockey al servicio del gobierno de la Alianza. Un ejemplo: según la secretaría, se destinaron al deporte federado 6.330.355 pesos en el 2001 y 11.718.328 en el 2002. Pero la primera suma coincidió con el período de la convertibilidad y la segunda, con el dólar a tres o más pesos, unos 3.906.109,33 dólares.
Con este último parámetro, que se ajusta a la economía real, la inversión bajó en todas las áreas: deporte social, programas, Juegos Evita... Sólo en el apoyo a los atletas discapacitados hubo un incremento efectivo: se pasó de 182.561 dólares a 238.502, según el organismo que administraba el ex motonauta durante el gobierno de Eduardo Duhalde.
En el profuso material que la secretaría difunde a través de su página web, y en lo que se refiere al financiamiento del plan 2004-2008, se enuncian ciertos principios de aquella vacua retórica: “Hay que pagar un costo de oportunidad” (por dejar de subsidiar deportes para incrementar el rendimiento de otros) o se difunde que “la secretaría agotará las estrategias para incrementar el presupuesto”. ¿De qué manera? A continuación se mencionan cánones, el producido del Casino flotante y el vapuleado Prode. Esas fuentes de ingresos, por lo que se ve, no han tenido incidencia. A no ser para tapar agujeros, como el atraso en las becas y el pago a las federaciones que dejó la gestión de Garraffo: ocho meses que equivalieron a unos 5.800.000 pesos.
Las demoras en los pagos a entrenadores y atletas, la devaluación que espantó a algunos prestigiosos metodólogos extranjeros que cobraban en pesos con paridad 1 a 1, la falta de inversión en infraestructura, lassospechas de corrupción que recayeron sobre Livio Forneris –el ex masajista de Carlos Menem– cuando comandó la secretaría y la inoperancia de Porta y Garraffo, hicieron estragos que ni los éxitos del básquetbol o el hockey sobre césped alcanzan a disimular. Tampoco, ni la proeza de Germán Chiaraviglio, el pibe de 16 años que en Canadá se convirtió en el primer campeón mundial del atletismo nacional, el hecho deportivo más trascendente del año.
Mientras tanto, esa rémora del progreso deportivo que es el Comité Olímpico Argentino, compone aquella burguesía a la que hacía referencia Panzeri. La misión que el propio COA –gobernado con mano firme por el coronel Antonio Rodríguez desde 1977– se impone es, entre otras, “colaborar con las autoridades nacionales del deporte en todo lo relativo al fomento y difusión” de la actividad y “coordinar con las federaciones deportivas nacionales la preparación de las delegaciones a los Juegos Olímpicos, Panamericanos y Sudamericanos...”. Si estos objetivos son y han sido más que discutibles en la práctica, no existen atenuantes en otras funciones que se atribuye el COA, como la de “asumir la responsabilidad en la inscripción y participación de los equipos argentinos en los Juegos”. Basta recordar el caso de Ana María Comaschi, la atleta que no pudo competir en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 por culpa de Simón Salvestrini, un dirigente del Comité y el general Ernesto Alais, quien encabezó la delegación argentina. Hace unos años, la necochense le ganó un juicio por 200.000 pesos a los directivos del COA por aquel desaguisado.
Queda claro que, a esta altura, la historia de desaciertos y aburguesamiento del Comité influyeron demasiado en los magros desempeños olímpicos desde 1952 hasta hoy, cuando la Argentina ganó gracias al remo la última medalla de oro. Rodríguez y sus fieles continúan detentando un poder que capitalizan en su beneficio, y si no fuera porque la Ley 20.655 o Ley del Deporte es ignorada, serían además de una caricatura, un selecto grupo de nostálgicos destinado a viajar a congresos y a disponer a su antojo quiénes integrarán las delegaciones deportivas. A propósito de los Panamericanos, el gasto directo que hizo la secretaría basado en las convocatorias del COA, esta vez ascendió a 1.775.245 pesos. Sin embargo, se presentó un problema entre los dos organismos cuando el vuelo charter que partió hacia Santo Domingo, lo hizo con un grupo de periodistas y varios asientos vacíos (ver aparte).
Aquella suma destinada a los Juegos que terminaron ayer salió del presupuesto de 24 millones de pesos correspondiente a este año. Cantidad que resultó tan magra como similar a la del 2002, aunque con la diferencia de que en la temporada anterior la Argentina organizó el Mundial de Vóleibol, al que se asistió con fondos de la secretaría, un dinero que pagó la sociedad y del que en ocasiones parecidas no se tiene certeza sobre su correcta asignación. Durante la gestión de Scioli, se creó el programa de Padrinazgos Deportivos que tiene por objeto estimular la participación de empresarios privados en el mantenimiento del Cenard y la preparación de los atletas. Loma Negra, el conglomerado cementero de Amalia Fortabat, se convirtió así en patrocinador oficial del equipo olímpico argentino.
Las becas son “un acto discrecional y de liberalidad del Estado nacional a favor del deportista”, reza el plan 2000-2004 en el apartado referido a los incentivos que reciben los atletas. De acuerdo con la ubicación en el ranking internacional (del 1º al 12º puesto) hay becas de base y becas de excelencia olímpicas que, según un cuadro de la secretaría correspondiente a este año, van de los 800 a los 2000 pesos para los deportistas individuales y de los 500 a 12.000 pesos para las disciplinas por equipo. Los entrenadores cobran sueldos que van desde 3300 a 400 pesos. El cubano Miguel Sánchez Rodríguez, de canotaje, es el único que –según planillas a las que accedió Líbero– recibe el monto mayor, aunque Rubén Magnano, Sergio “Cacho” Vigil y hasta Guillermo Vilas, tienen asignada una beca de 3000 pesos. El ex tenista percibe esa suma por clínicas que da en elCenard, como lo hizo antes en el ámbito bonaerense durante la administración de Eduardo Duhalde. El deporte de la raqueta, además, cuenta con otros diez profesores que totalizan ingresos por 10.600 pesos.
Es curioso y preocupante a la vez que, cuando se trata de competir en Juegos como los Panamericanos, la Asociación de Tenis no convoque “equipos que representen la verdadera jerarquía del nivel deportivo” de esa disciplina (como lo sostiene la propia secretaría), aunque sea como tributo a lo que el erario público invierte en el mismo juego. Este es apenas un ejemplo que cierra la escala de responsabilidades a nivel de las federaciones. De la Secretaría de Turismo y Deporte y del Comité Olímpico ya se sabe que tampoco puede esperarse demasiado. Y es que de un Estado que fue reducido a la nada y de dirigentes que administran pobreza, las respuestas, si llegan, se notarán con los años.

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