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Con “ayuda” de la televisión
La polémica del clásico no estuvo en la discusión de si fue o no mano de Germán Herrera sino en el proceder del Horacio Elizondo. De hecho, finalizado el partido, el delantero admitió su infracción. Sucedió que el árbitro anuló el que era el segundo gol visitante sin que el juez de línea Rodolfo Otero levantara su banderín en señal de advertencia.
Una vez que Messera convirtió el tanto, Elizondo corrió a la mitad de la cancha. Y cuando Otero se disponía a hacer lo mismo, el defensor Aguirre frenó su carrera para reclamarle la infracción. De inmediato, todo Newell’s rodeó al juez de línea. Después llegó Elizondo y fue allí cuando Otero admitió que vio una mano a pesar de que en su accionar no dio evidencia de su presunción. Fueron casi dos minutos de discusiones. Hasta que Elizondo decidió anular el gol, aunque por entonces dentro del campo de juego ya se tenía certeza de la invalidez de la jugada gracias a la televisión.
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Con “ayuda” de la televisión