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Por G. V.

La discrecionalidad con la que se maneja el dinero en Independiente también se verifica en operaciones que van más allá del fútbol. Eduardo Garbarini, uno de los socios más activos cuando se trata de denunciar a la actual comisión directiva, puede dar fe de ello. En su poder tiene algunos elementos que merecerían analizarse con detenimiento. Por ejemplo, las copias de vales de caja que el club ha pagado de manera sistemática a distintos individuos y que no habrían sido rendidos como corresponde.
Uno de ellos es por 1400 pesos, lleva el número de serie 4793, está fechado el 2 de enero de 2003 y fue pagado a un empleado de apellido Hippe, quien sería el jefe de seguridad de la institución. Montos como ése u otros mayores se cobraban a menudo en la sede social ubicada sobre la avenida Mitre, los lunes posteriores a los partidos. Y, según dos fuentes consultadas para esta nota, no serían ajenos a lo que se recauda para la barra brava.
El 15 de noviembre del año pasado, los medios dieron cuenta de un operativo policial en el club –luego desmentido por la comisión directiva– ordenado por la UFI Nº 6 a cargo del doctor José Luis Juárez. El fiscal intentaba sumar más elementos a una investigación originada en unos videos donde se registraba a personal del club colaborando con la huida de “Bebote”, uno de los barrabravas más conocidos, la noche de un partido entre Independiente y Chacarita.
La relación entre estos episodios no es antojadiza y aporta indicios que suelen perderse entre los pliegues de la crónica policial. La pista del dinero conduce casi siempre a cualquier investigación por el camino correcto. En efecto, ahora las miradas también apuntan a la oficina de compras, cuyos integrantes fueron cuestionados hace pocos días en una reunión de los representantes de socios. Se sospecha que esa área clave del club habría incurrido en un antiguo vicio de nuestra economía doméstica: la sobrefacturación. Y hay datos más que pertinentes que estarían en manos de la AFIP para corroborarlo.
El estado en que se encuentra la institución requiere del esfuerzo desinteresado de sus socios y de todos aquellos que desean encauzarla en la misma dirección que recorrió hasta la década del ’80. El problema a resolver es la credibilidad de su dirigencia que, además, está fracturada. Ya hubo quienes renunciaron a la comisión directiva y cuyos cargos no fueron cubiertos (el tesorero Eber Baqueiro, el secretario administrativo José Klappenbach y un par de vocales), hay otros dirigentes que permanecen en sus puestos sin demasiado margen de maniobra (el secretario general Gustavo Bianchi y el de prensa, Sergio Pardo), quienes creen que pueden conducir al club hacia las elecciones en medio de este desbarajuste (el vicepresidente Fernando Sciaccaluga) y quienes, por si acaso, atienden su juego, como Comparada y Ducatenzeiler.
¿Independiente? Bien, gracias...
Informe: Leonardo Castillo.