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Distinta receta, igual efectividad
Por Daniel Guiñazú
Hay que esperar, pero no mucho. El partido ante Chile en el Estadio Nacional de Santiago promete una exigencia superior que la que opuso el desflecado Uruguay. No se trata de restarle méritos a la actuación argentina, sobre todo a la del primer tiempo: si los celestes fueron poco y nada, si ni siquiera hubo garra charrúa para disimular las enormes distancias entre uno y otro seleccionado, se debió a que, pronto, el fútbol de Cambiasso, Riquelme, Saviola, Sorin y compañía puso las cosas en claro. Pero no siempre será así. Y estará bueno ver cómo responde el alma del Equipo de José en tierras extrañas, si es que la mano viene cambiada y tiene menos facilidades que las que tuvo frente a los uruguayos para ganar, golear y gustar.
De todos modos, el 4-2 dejó algunas conclusiones. La más importante es que descendió el nivel de ansiedad. Bielsa le había impuesto a su Selección un talante agresivo, urgente, a veces exasperado. Había que llegar rápido al gol, por la ruta más directa. La apuesta era a una verticalidad que se hizo obsesiva durante la etapa que terminó en Japón y que se mitigó un poco en la Copa América y en los Juegos Olímpicos.
Ahora, Pekerman parece haber mandado bajar un cambio. Con Riquelme en la cancha, hubo más pausa, más manejo de los tiempos, más toque y pisada, más cortas y más largas. El juego no enfiló sólo hacia adelante. También se dirigió a los costados, sin perder positivismo o eficacia. ¿Será Román, a partir de ahora, el conductor del equipo, el lugar que Bielsa no le había dado? ¿O será una variante más que deberá competir con los talentos de Aimar y D’Alessandro, más habituados a elegir un camino más corto rumbo al arco rival? La opción que tome José dará la pauta de su preferencia. Conociéndolo, no habría que descartar que todas las cartas entren en su mazo. Que, ecléctico como es, a veces juegue con uno, a veces con otros y a veces con los dos, según sus necesidades o conveniencias. El mundo de Pekerman suele tener colores más variados que el de Bielsa.
De donde parece que no habrá vuelta atrás es en la utilización de los laterales. Bielsa eligió ensanchar la cancha con dos punteros bien abiertos (Delgado y Kily González en Perú, Rosales y Delgado en Atenas) y un centrodelantero (Tevez o Figueroa). Pekerman, en cambio, optó por dos delanteros: Saviola del medio hacia la derecha y Figueroa del medio a la izquierda, con libertad absoluta para bajar y armar circuitos con Riquelme y Lucho González. Las puntas fueron cuestión de Sorin y Zanetti, y mal no anduvo esta novedad.
Saviola y Sorin estuvieron entre los mejores, Figueroa hizo dos goles, Zanetti el restante y de los cuatro tantos, tres vinieron por los laterales. A distinta receta, igual efectividad.