Lunes, 9 de enero de 2006 | Hoy
LA DE BALDOMIR ES UNA HISTORIA DE VIDA SUFRIDA Y SACRIFICADA
Por D.G.
¿Quién es Carlos Baldomir? ¿Cómo llegó a ser el nuevo campeón mundial unificado de los welters? Es preciso hacer una presentación del santafesino porque su perfil ha sido especialmente bajo en todo este tiempo. En el extremo opuesto de la explosión mediática que tanto le agrada a la Hiena Barrios, sin la promoción de que llegó a gozar Omar Narváez en cada una de sus actuaciones en el Luna Park, Baldomir es un perfecto desconocido para el gran público. A veces ni siquiera se habla de él en los corrillos del boxeo.
Nacido en Santa Fe el 30 de abril de 1971, se hizo profesional a comienzos de 1993 luego de una discreta campaña de seis años como aficionado, siempre como representante del gimnasio de Colón y con su técnico de toda la vida, José Lino Lemos, en el rincón. En su séptima pelea como rentado, el 14 de mayo de 1994 en el estadio de la Federación Argentina, el neuquino Paulo Alejandro Sánchez lo noqueó en dos asaltos y lo dejó sin invicto. Y el 26 de octubre de 1996 desafió en Santa Fe a Ariel Chaves por el título argentino de los welters, para perder por decisión técnica en 5 asaltos. Ya por entonces las bolsas no eran abundantes. El dinero no alcanzaba para vivir dignamente. Y la mejor solución que encontró para juntar los pesos que andaban faltando fue salir a vender plumeros y escobas, casa por casa, por las calles de su ciudad natal, mientras aguardaba, sin muchas esperanzas, que alguien alguna vez se acordase de él.
En 1997 le ofrecieron a Baldomir una pelea en el legendario Forum de Inglewood, en Los Angeles. Y aunque perdió por puntos ante el cubano Giorbis Barthelemy, dejó una impresión tan buena que en 1998 lo contrataron para presentarse en Copenhague, la capital de Dinamarca, ante el local Soren Sondegard. Volvió a caer derrotado. Pero volvió a gustar. Y se lo llevaron a Johannesburgo para enfrentar al sudafricano Dingaan Thobela por la corona internacional de los welters del Consejo. Empató al cabo de 12 asaltos. Pero todos lo vieron ganador. Retornó a Buenos Aires y, en una noche para el olvido, perdió ante el veterano cordobés Alberto de las Mercedes Cortés en lo que resultó su novena y última derrota hasta el día de hoy. De sus últimos 20 combates, ganó 18, siete antes del límite, e igualó dos.
Ese traspié no lastimó su buena reputación. En 1999 tuvo una nueva oportunidad por el título internacional de los welters del Consejo. En silencio se fue a Italia para enfrentar al serbio Dejan Zivkovic. Y dio el primer gran impacto de su carrera. Ganó por nocaut técnico en seis vueltas y se ciñó una corona de segundo orden, pero útil para ascender en las clasificaciones y para pretender más dólares en las bolsas. A partir de allí, Baldomir empezó a pisar muy fuerte en el exterior. Retuvo cinco veces su título, peleando siempre de visitante en Dinamarca, Inglaterra y Alemania. Y el 22 de marzo de 2002 enfrentó en Mazatlán, México, al azteca José Luis Cruz en una eliminatoria por el título del mundo del Consejo. La pelea terminó empatada. Y a Baldomir no le pagaron la bolsa. El propio presidente del Consejo, José Sulaiman, debió adelantarle dinero de su bolsillo para que pudiera regresar a Buenos Aires.
Con el millonario mexicano Javier Zapata como manager, y con Amílcar Brusa entrenándolo en el gimnasio La Brea de Los Angeles, Baldomir siguió trabajando. Estaba primero o segundo en las listas del Consejo, al filo de tener la chance que merecía desde hace rato por el título mundial. Pero nadie quería pelearlo y la poderosa televisión de los Estados Unidos no lo programaba porque sostenía que su estilo no era comercial e interesante. En el 2003 hizo dos peleas y las ganó. En el 2004, sólo una y también la ganó. En el 2005 venció en una nueva eliminatoria al mexicano Miguel Angel Rodríguez en Chicago, le pagaron con un cheque que todavía no pudo cobrar, y ya no hubo manera de eludirlo. Don King debió aceptarlo a regañadientes como retador obligatorio al título de su protegido Zab Judah. Lo demás eshistoria conocida. El hombre al que no se le conoce la voz ya es campeón del mundo. Y sólo él sabe todo lo que debió superar para serlo.
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