FúTBOL › OPINION
› Por Adrián De Benedictis
Los duelos especiales, como el que se dio ayer en el estadio de Boca, suelen ser resueltos por los futbolistas que poseen el poder de la definición. Y en ambos planteles hay nombres como para ubicarlos en ese sitio. Pero seguramente hay dos de los que se espera algo diferente del resto. Por el lado de River, Ernesto Farías es carta fundamental para llegar al gol, mientras que Boca deposita en Rodrigo Palacio la mayor parte de sus expectativas en ataque. Más allá del resultado, el primero superó a Palacio a partir de la incidencia en el desarrollo del juego. Si bien los dos tuvieron varios días de inactividad por problemas físicos, el delantero de River mostró una rápida adaptación a la exigente competencia.
Farías cumplió con su rol al convertir el tanto de su equipo, después de no haber tenido incidencia hasta ese momento. Y hasta pudo haber marcado otro gol si no fuera por la falta de precisión.
Del otro lado, Palacio intentó en muchas ocasiones, pero no pudo prevalecer en toda su dimensión. Al principio amagó con sobresalir con su habilidad, pero lentamente se fue perdiendo en la intrascendencia. Aunque en la igualdad final tuvo protagonismo un hombre acostumbrado a destacarse en situaciones extremas: Barros Schelotto, el cuarto delantero en la consideración del entrenador, apareció con una acción para provocar una falta determinante.
De esa forma se dio el enfrentamiento entre los futbolistas que transitan por la zona donde se resuelven muchas cosas. A Farías le alcanzó para estar un escalón más arriba que su rival, y hasta estuvo cerca de sacarle más distancia todavía.
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