No es, por cierto, una cuestión menor, lo que por estas horas está ocupando a Julio Grondona en Zurich, dadas las puntualizadas denuncias por supuestos sobornos que alcanzan a dirigentes de la FIFA, que Pablo Vignone analizó medularmente días atrás en este diario.

Pero que el mandamás de la AFA esté o no en la Argentina, en nada debiera cambiar lo que debió haberse hecho a raíz del asesinato del hincha de Vélez, Emanuel Alvarez, que murió ocupando un micro cuando viajaba hacia la cancha de San Lorenzo para ver el partido que, por “falta de garantías” o algo por el estilo y no por la muerte de Alvarez, fue suspendido por el referí Baldassi. No por los súbditos de Grondona remanentes en la Argentina y que, habitualmente, hacen como que hacen para el fútbol en Viamonte 1366, la casa de la AFA.