“Para Barrientos, la Selección”, gritó la hinchada de Huracán cuando el partido todavía no había empezado y el 5, capitán de Huracán, se acercaba para hacer el sorteo junto con Palermo y Favale. Después, el mediocampista fue una de las figuras del juego, neutralizando a Juan Román Riquelme. Con una particularidad: prácticamente no le hizo faltas. Corría la mitad del primer tiempo y el enganche de Boca sacó uno de esos pases que él sólo ve y dejó a Palacio cara a cara con Barovero. Esa sería su mayor gravitación en el partido. Antes y después se lo notó muy fastidioso con los rivales, con el árbitro y hasta con sus compañeros. Para alcanzar ese estado de ánimo fue vital el aporte de Barrientos, el vértice más atrasado del rombo que Huracán forma en el medio, con Zarif y Poggi por los costados y Sánchez Prette más adelante. Si bien no fue una marca personal, estuvo siempre alerta a lo que pudiera hacer el enlace. Lo esperaba y le daba espacios cuando el creativo de Boca estaba lejos del ruido, pero lo presionaba y, especialmente, lo molestaba cada vez que intentaba llegar al área. Seguramente el arquero local se llevará todos los elogios. También se hablará de lo que falló Palacio o Palermo. Pero Barrientos logró que no se hablara de Riquelme y eso es para destacar.