Tenía todo para festejar: había ganado la carrera clasificatoria (una novedad del TC para esta cita puntana) y también la final, pero no había nada que celebrar. Juan Manuel Silva, doble vencedor y consolidado en la punta del certamen, prefirió calificar a la tragedia como “una fatalidad”, y eligió no polemizar en torno de la decisión de continuar con la carrera.

“Tuve la suerte de ganar, nada más que eso –evaluó el chaqueño–. Es un tema muy delicado, creo que fue una fatalidad, porque este circuito es uno de los más seguros para los espectadores”, expresó Silva. La tragedia obligará seguramente a revisar el calificativo. “Aquí en San Luis no existe un lugar de riesgo como sucedió en Rafaela. Recuerdo que en esa ocasión los pilotos nos tuvimos que ir escondidos o camuflados porque el público nos quería matar por tomar la decisión de no correr.”

Bastante más digna resultó la postura de Marcos Di Palma. “Cuando hay personas muertas no me gusta correr –señaló tras la competencia–. Cuando han muerto mis compañeros no he corrido y esta vez les pregunté a los muchachos, no queríamos correr. Me dije que si la decisión era largar vamos a ver qué actitud tomaba el público y si no había problemas tenía que hacer mi trabajo.” Di Palma terminó en décimo lugar. “Realmente no corrí ni siquiera cómodo. No tenía ganas de correr, pero el público no discutió la decisión que se tomó y yo tuve que salir a correr.” Para el piloto de Chevrolet, “una goma que se desprende puede hacer daño en cualquier circuito del país, casi siempre tenemos la suerte de que no le pegan al público, esta vez fue distinto y mató”.

Emanuel Moriatis, que terminó tercero completando un podio de Ford, detrás de Silva y Eduardo Ramos, se declaró “muy triste, porque hemos perdido a un fanático del automovilismo que hizo todo el sacrificio para venir a vernos”.