Lunes, 19 de mayo de 2008 | Hoy
FúTBOL › LAS DOS HINCHADAS DESPLEGARON SUS REPERTORIOS JOCOSOS
“Bajá los precios”, cantaron unos, recordando a Carrefour. “Suben y bajan, parecen ascensor”, respondieron los otros. Le pusieron un tono divertido a un partido por momentos muy pesado.
Se respetan tanto San Lorenzo y Huracán... Se odian en la misma proporción en la que se necesitan. Tanto se extrañaron cuando estuvieron separados que ningún tercero en discordia, de ésos que intentaron aprovechar el momento, pudo ocupar el lugar reservado para el clásico rival. Se conocen tanto Huracán y San Lorenzo que se lastiman con lo que más les duele. Y así generan el duelo de hinchadas más ingenioso del fútbol local. Una historia de barrio, de fútbol y del buen concepto de folklore.
El primer apuntado fue Orion, cuando todavía le faltaba un rato al inicio del clásico y el arquero de San Lorenzo salía a hacer los ejercicios precompetitivos. “Orion, Orion”, bajó primero de la popular visitante, alentando al uno. Rápidamente se sumó el resto de la cancha, irónicamente metiendo el dedo en la herida del arquero por el error en el partido ante Liga. “Hace jueguitos, la p... que te parió”, remató la gente de Huracán, que luego acompañó cada saque del arquero con un “gooooooouu”.
Los de Parque Patricios conservan bajo llave la venta del Nuevo Gasómetro y la construcción de góndolas donde antes había tribunas. Saben que ése es el tópico más hiriente del repertorio quemero. “Bajá los precios, la p... que te parió”, cantó la multitud de Huracán que colmó la cabecera de Juan Agustín García y la platea de Gavilán. Y siguió: “¿De qué barrio sos San Lorenzo, de qué barrio sos?”. Algunos se cubrían la cabeza con bolsas de supermercado, siguiendo con las cargadas por el Carrefour.
Del otro lado, los de San Lorenzo aprovecharon la salida de Huracán al segundo tiempo para recordarles que hace poco estaban una categoría abajo. Todos con los brazos bien estirados, moviéndolos para arriba y para abajo en coreografía: “Suben y bajan, suben y bajan, parecen ascensor”. Los de Boedo saben que esa canción junto con “equipo chico, la p... que te parió” ocupan el lugar más alto del ranking en el cancionero cuervo. “Cancha chica para equipo chico”, mostraban también varios carteles que se distinguían en la tribuna lateral de la calle Boyacá.
Las dimensiones de la cancha y el ritmo vertiginoso hicieron que en ningún momento el partido perdiera tensión y atención. Adentro, la pelota volaba por el aire. Afuera, la gente daba su último empujón antes de que Collado decretara el cero.
Terminó el partido, pero recién comienza la semana. Se van los hinchas, bajan los escalones mirando de reojo para la tribuna de enfrente. Allí seguramente hay familiares, amigos del barrio o compañeros de trabajo. El empate les genera ambigüedad: se lamentan por no poder gozarlos, pero se alivian por no ser gozados. Son enemigos íntimos, que se odian... pero se necesitan.
Informe: Mariano Verrina.
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