FúTBOL › OPINIóN
› Por Juan Sasturain
Los que estuvieron en la cancha de Argentinos o vieron Huracán-San Lorenzo por la tele habrán notado que los jugadores del Globo usaron ayer un brazalete negro. Y está muy bien que haya sido así. No estuve en el estadio, no sé si por altavoces se hizo referencia al hecho ni si hubo, previa al partido, alguna ceremonia o explicación de las razones del duelo. Me gustaría que la haya habido; debería haberla habido. Ahora escribo estas líneas tras escuchar la transmisión en simultáneo de TyC Sports. Mientras se jugaba el primer tiempo, en un aparte, Eduardo Ramenzoni sí explicó los motivos del luto: se cumplían dos años de la muerte, el 17 de mayo de 2006, de cuatro periodistas de un programa partidario del Globo de FM Patricios, en un accidente automovilístico. La tragedia sucedió en la Ruta 7, en San Luis, cuando los periodistas seguidores de la campaña quemera volvían, apurados, tarde y mal dormidos como siempre, de transmitir San Martín de San Juan-Huracán. Era de madrugada, el auto se fue del camino y se mataron todos los que iban a bordo. A la referencia de Ramenzoni se sumaron Alejandro Fabbri y Walter Nelson, con un recuerdo especial para Luis Durán, querido amigo y compañero suyo –y nuestro también, claro que sí–, padre de una de las víctimas, el joven Miguel Facundo Durán, “Miguelito”, que acababa de cumplir apenas 27 años una semana antes de esa siniestra madrugada.
Pero eso no es –lamentablemente– todo. Hay una historia triste (aun más triste, si cabe) detrás de la tragedia. Nadie de la parte patronal –la FM Patricios, empleadora de las víctimas en este caso– se hizo cargo de las responsabilidades que les cabían y les caben con respecto a las condiciones de trabajo en que se desempeñaban estos periodistas. En lugar de atender y acompañar en su momento a los familiares de las víctimas, trataron entonces y tratan aún hoy, cuando hay un juicio en curso, de eludir con argucias y chicanas la responsabilidad que les cabe y de desoír sus justas demandas. Por eso, ayer mismo los familiares de Miguelito Durán dieron a conocer un comunicado donde consideran, entre otras apreciaciones, “que lo sucedido no fue una simple tragedia, sino la consecuencia de un sistema laboral perverso que privilegia la ganancia y el dinero por sobre la vida humana, sometiendo a los trabajadores a condiciones laborales adversas, por fuera de la ley, violatorias de todos sus derechos como trabajador y ciudadano”.
Por eso ayer, en el clásico, el duelo fue doble: por Miguelito y sus compañeros, y por la Justicia que no parece querer reaccionar tras cumplirse dos años de impunidad.
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