“Hace tres semanas no pensaba venir, ni siquiera lo imaginaba, pero se retiró Andy Roddick y me llamaron para ofrecerme un lugar y dije que sí enseguida”, relató Guillermo Coria, que hoy jugaba bien temprano contra Tommy Robredo. “Mi nivel no es el mejor, pero no podía darme el lujo de no venir cuando muchos mueren por jugar este torneo.” El santafesino sintió el respaldo de sus colegas argentinos, que se entrenaron con él durante la semana previa. “Para mi confianza, ganar un partido en Roland Garros sería ideal, y lo bueno es que no tenía nada que perder”, afirmó con respecto al compromiso debut. “La responsabilidad es de Robredo, es 12º del mundo, pese a todo no debe de haber estado muy tranquilo por tener que enfrentarme”, señaló. “Todos creen que mi nivel cayó después de la final perdida con Gaudio; pero no es así, se equivocan, después de eso me operé el hombro y seguí jugando, en 2005 terminé 7º del mundo, volví a jugar el Masters y gané torneos importantes –aclaró el de Rufino–. Si hubiese sido como dicen, no habría podido realizar esa temporada”, se defendió. “Esa final cambió mi carrera, pero no me traumatizó, ya pasaron cuatro años, la prueba es que estoy feliz de estar nuevamente en Roland Garros.” Coria dejó una extraña promesa: “Creo que por eso nunca disfruté tanto Roland Garros como ahora, las sensaciones son muchas. Soy consciente de que este año sólo vengo para seguir creciendo, pero el año próximo vendré para ganarlo”.