Los jugadores de mayor trayectoria son los que suelen aparecer en los compromisos más importantes, porque son los que logran absorber todas las responsabilidades. Eso sucedió ayer con Marcelo Gallardo en River, quien pudo sobresalir sobre el resto de sus compañeros en el duelo máximo del fútbol argentino. Si bien Diego Buonanotte (ver aparte) fue otro de los que se destacaron, Gallardo aportó claridad en todo momento. Además pudo convertir el gol del empate con un preciso tiro libre, para ubicar la pelota por arriba de la barrera.

“El empate fue justo porque el partido fue parejo. No es un resultado que nos desmotiva, porque volvimos a demostrar el espíritu que se necesita para revertir una situación adversa”, señaló el protagonista.

Gallardo se ubicó del medio hacia la izquierda en los primeros minutos, adelante de la dupla que formaban Domingo y Ahumada. Pero como no tenía mucho contacto con la pelota, a los 21 minutos cambió su posición con Bou y se trasladó hacia la derecha. En ese momento aprovechó los espacios que quedaban a las espaldas de Gaitán, y pudo encontrarse un poco más con Fabbiani y Falcao, a pesar de que los intentos se diluían en la puerta del área de Boca. Ese cambio posicional duró cerca de diez minutos, cuando nuevamente el técnico Néstor Gorosito decidió que regresen al lugar que habían ocupado anteriormente.

En cada acción en la que River se dirigía hacia el arco de Boca, Gallardo era el encargado de administrar la jugada, ya que sus compañeros lo buscaban a él precisamente para efectuarlo. Pero como River no podía terminar ninguno de esos ataques con acierto, el volante probó al arco por primera vez a los 38 minutos, cuando encontró bien parado a Abbondanzieri.

River comenzó a desesperarse luego del tanto de Palermo, y esa desventaja lo alejaba de la lucha por el título. Por ello, cuando Battaglia bajó a Buonanotte en la puerta del área, Gallardo fue el que se preparó para ejecutar el tiro libre. Exactamente a los 23 minutos del segundo tiempo, el mediocampista acarició la pelota con el pie derecho para ubicarla al lado del palo más lejano del arquero. Y como Gallardo se dio cuenta de que su equipo podía conseguir algo más, arengó al resto a seguir en la búsqueda ofensiva.

El jugador dejó la cancha cuando faltaban 11 minutos para el final, con muestras evidentes de cansancio. En ese instante, la ovación desde la tercera bandeja fue total, y él levantó sus brazos en agradecimiento antes de dejarle su lugar a Abelairas. Gallardo ya se había encargado de hacer su tarea dentro del campo, tratando de enderezar el rumbo de su equipo.