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Lunes, 26 de octubre de 2009

FúTBOL

Un partido de 6 puntos

 Por Pablo Vignone

Amplia discusión: ¿cuántos puntos mereció el superclásico? Diseccionado desde distintos ángulos, desde el trámite, desde la emoción, desde el producto de juego, los argumentos no florecieron más allá del puntaje concedido a regañadientes. Aceptado que en el complemento el partido ganó en interés sin despegar del todo, un primer tiempo de cinco puntos y un segundo de siete promedian seis como calificación global para el cuarto 1-1 de los últimos diez superclásicos oficiales. Seis puntos que también podrían discriminarse de la siguiente forma.

- Los dos puntos que se le escaparon a River. Mirado con perspectiva de resultado puesto, parece obvia como conclusión inicial. En el entretiempo, nadie habría puesto el grito en el cielo si el resultado parcial hubiera sido un 2-0. Porque al golazo de Gallardo se le pudo haber sumado el penal fallido de Ortega y el remate corto de Abelairas. Pero la expulsión de Villagra apenas iniciado el segundo tiempo fue un punto de inflexión del encuentro. Cuando entendió que su equipo no podía sostenerse con Abelairas retrasado (porque Gaitán le hacía un desastre por la zona), Astrada emitió una mala señal cambiando a Gallardo (¿estaba físicamente bien?) por Coronel. Cuando el equilibrio se restableció, el daño estaba hecho. El siguiente cambio de Astrada, el de Fabbiani por Ortega, tampoco fue en el sentido que le convenía a un equipo que quisiera imponer su ley. Y hacía largo rato ya que el rival había impuesto su idea. Almeyda había prometido “sacar chispas”; en ese terreno, su equipo se vio desfavorecido.

- El punto que rescató Boca. La displicencia con la que el equipo de Alfio Basile salió a jugar el partido resultó más criticable que una hipotética ausencia en la cancha. Como si la propuesta hubiera sido solamente salir a dejar correr los minutos, esperar a que el partido se abriera y embocar una mano de nocaut. Con llamativas flojas actuaciones en ese primer período (Monzón, Insúa, Battaglia, un Riquelme bien encimado por Almeyda, un Ibarra en inferioridad física), el visitante –literalmente– no gozó de existencia en el balance del juego. Reaccionó en el complemento al punto que ni siquiera sintió la expulsión de Cáceres y, como River renunció a continuar ejerciendo protagonismo, pudo jugar con línea de tres, con Riquelme más tirado atrás para generar fútbol, con Gaitán encendido.

- El punto que recaudó River. Siete partidos sin victorias arrastraba el conjunto de Núñez como antecedente, contra los tres triunfos consecutivos con que Boca desembarcaba en el Monumental. Frente a semejante contrapunto de aprontes y en una estrecha consideración resultadista, la igualdad simula favorecer más al local. Pero como punto consuelo conserva realmente poco sabor. Siempre el que va en ventaja resiente más la oportunidad perdida; pero en este caso, dada la situación en la tabla, una victoria habría alcanzado múltiple significado. River no iba a salvar el año en este partido, como reconocieron sus jugadores durante la semana previa, pero de haber sostenido en los segundos 45 minutos un rendimiento más o menos similar al de los primeros, asociado a una actitud más protagónica, les habría concedido a sus hinchas el momento más dulce de 2009.

- Los dos puntos que se perdió Boca. Si Astrada confundió con sus cambios, Basile despertó a sus jugadores en el entretiempo y no tuvo pruritos en hacer cirugía sobre preferidos que no estaban a la altura de las circunstancias, como Insúa por ejemplo, o más tarde Monzón. Volcado en la última media hora, el partido pareció de a ratos servido para la visita, que quizá debió exigirse un poco más para conseguir esos tres puntos posibles. Porque estuvieron servidos, porque tenían una importancia terrible. Por eso los dos que dejó en el camino le provocan tanto dolor como el que sufrió River por la chance desperdiciada.

Dos más uno más uno más dos suman seis. Apenas aceptable para un partido de semejante trascendencia. Es lo que hay.

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El festejo de Palermo tras el gol del empate. Fue el 14° gol que el delantero le convirtió a River.
Imagen: Jorge Larrosa
 
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