Lunes, 19 de julio de 2010 | Hoy
FúTBOL › OPINIóN
Por Juan José Panno
River empieza el próximo campeonato en la cuarta posición, invirtiendo la tabla de los promedios. Debajo están solamente los tres que vienen de la B. De los que quedaron de la A, es el último. A ocho puntos de distancia de los penúltimos: Arsenal y Gimnasia. Cola. A un pasito de la B. Así de cerca del horno está.
Cuando Angel Cappa asumió la dirección técnica de Huracán, el club de Parque Patricios estaba en una situación bastante parecida y lo primero que se le reclamaba era que sacara los puntos suficientes para respirar aliviados. A nadie se le ocurría reclamarle que peleara por el título. Eso llegó después. En suma, con un equipo para zafar del descenso, Huracán fue casi (Brazenas mediante) campeón. Y dos de sus casi desconocidos jugadores terminaron jugando el Mundial de Sudáfrica.
El contexto de River es similar, pero las exigencias no son las mismas. Los hinchas van por todo y el desafío que tiene el entrenador es triple: zafar del descenso, pelear arriba y jugar bien. Y tiene que hacerlo con un plantel que se reforzó –pero no mucho– y que combina algunas figuras gastadas con proyectos de buenos jugadores. O sea: todo con casi nada.
Cappa sabe muy bien en qué lío se metió, pero se la banca y no hablará mal de los futbolistas con los que tiene que arreglarse, ni traicionará sus convicciones. Por eso su prioridad es la de lograr que el equipo vaya al frente y juegue medianamente bien. Si logra ese primer objetivo, se podrá pensar en los otros. No convienen las comparaciones con Huracán pero, en el fondo de su alma, Cappa debe hacerlas y por eso aspira a sacarles lustre a descolados muebles viejos y a potenciar a pibes que en gestiones anteriores no tuvieron todas las oportunidades.
Que le vaya bien o mal; que pueda avanzar o no con su proyecto; que consiga continuidad en su trabajo, dependerá de múltiples factores, pero esencialmente de lo que ocurra en los primeros partidos del Clausura. River arrancará contra Tigre (un rejuntado en formación) y seguirá con Huracán, Independiente, Argentinos, Vélez y Arsenal.
A esa altura ya va a saberse para qué está River y cuál es el destino de Cappa: la Gloria o Madrid. Ojalá que le vaya bien. El fútbol argentino necesita del aire que pueden darle tipos como él y como Claudio Borghi, entrenadores que dependen de los resultados, como cualquiera, pero por encima de eso defienden el buen juego a ultranza y reniegan de la estúpida idea de ganar como sea.
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