FúTBOL › OPINIóN
› Por Gustavo Veiga
El fútbol se rige por sus propias leyes, es casi un Estado aparte, o se advierte como una multinacional que no escapa a su lógica mercantilista. La FIFA baja esa línea que recoge la AFA: nada de tolerar intromisiones de los gobiernos, so pena de castigar a las federaciones miembros. En abstracto, ésa es la política con que se maneja el mundo de la pelota, aunque tolera la intervención estatal cuando ésta resulta beneficiosa para sus intereses. Algo así ocurrió con el Programa Fútbol para Todos, que el ex presidente Néstor Kirchner fogoneó como nadie mientras el conflicto con el grupo Clarín estaba en su apogeo.
Con ese proyecto en ciernes, Julio Grondona tuvo una excusa formidable para romper el cerco tendido por Televisión Satelital Codificada (TSC), la nave insignia del conglomerado que dominaba los derechos de transmisión del fútbol. Rescindió el contrato privado y leonino que lo unía a esa compañía y firmó otro, hasta 2019, con la Jefatura de Gabinete. Hasta hoy, se le atribuye en buena medida a Aníbal Fernández la movida que pateó el tablero del fútbol televisado. Como que lo concretó junto a su amigo, vecino y compañero de comisión directiva del club Quilmes, José Luis Meiszner. Uno en nombre del Gobierno y otro en el de la AFA.
Pero todo indica que fue Kirchner el autor intelectual del programa que liberó las imágenes, y que antes sólo podían verse en un solo canal, el 13, recién a las 22. La presidenta Cristina Fernández, Grondona y Diego Maradona anunciaron el acuerdo el 20 de agosto de 2009. “Dios ha sido generoso conmigo, me ha dado todo lo que se puede esperar de la vida y un profundo amor por el fútbol. Este es un día histórico. Ha nacido un nuevo orden dentro del fútbol argentino”, expresó el presidente de la AFA aquella tarde en el predio de Ezeiza.
Extraña parábola la del viejo dirigente. En marzo de este año, el periodista Mauro Viale, un poco por el azar de un imprevisto técnico, y otro poco por su sagacidad para detectar un posible escándalo, dejó a Grondona patas para arriba.
Logró entrevistarlo en Munich, cuando la selección nacional esperaba jugar un amistoso con Alemania, que finalmente ganó 1-0 con gol de Gonzalo Higuaín. Mientras un enviado especial daba la probable formación argentina, el presidente de la AFA quedó al aire para dialogar con Viale. Pero no se percató de ello. En ese momento mantenía una conversación privada con alguien indetectable, mientras el antiguo relator de las transmisiones de Canal 7 decía: “Ahí vamos con Julio Grondona. Hola, Julio, hola. ¿Me escuchás?”.
El vicepresidente del mundo, como cierta vez se autorretrató (por su cargo en la FIFA), siguió en la suya. Confiándole a alguien sus cuitas, aunque sin percibir que se escuchaba su voz por la radio. “Todo el mundo pensaba que Clarín me arreglaba y entonces Grondona iba y lo resolvía, pero yo no tenía a nadie atrás. Digan que apareció esta mujer... el marido no se salva tampoco porque es un cagón.” De inmediato se hizo un silencio fatal y Viale, rápido de reflejos, lo interrogó: “¿De qué mujer hablaba?”. “No saquemos de contexto la charla”, respondió Grondona. Poco influyó ese audio que después reprodujeron otros medios. Todo quedó en una anécdota.
Kirchner había resultado clave en la operación. Muy a pesar de la confesión que se le escapó a don Julio y que se multiplicó por el éter. La AFA, en su adhesión al duelo por la muerte del ex presidente, le reconoció post-mortem su papel en la concreción de un acuerdo que le reportó 600 millones de pesos. Refiriéndose a él y la Presidenta, escribió en un comunicado: “Ambos, junto con la actual conducción de la AFA, fueron los impulsores del nuevo proceso que vinculó al fútbol con la televisión, denominado Fútbol para Todos. En consecuencia, la Asociación del Fútbol Argentino se adhiere al luto nacional”.
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