FúTBOL
› Por Osvaldo Bayer
Me manda un mail el director de este diario y me dice: “Ya que sos hincha de River, escribí una nota sobre el partido del domingo”. Primero que no soy hincha de River, y segundo que estoy lejos del clima ciudadano y de las lágrimas y los mocos de los pobres millonarios. Y le contesté en tono diplomático: “Señor director, de mi consideración: yo soy hincha de los canayas, sí, con ‘y’, de Rosario Central, que descendió y nos llenó de vergüenza a quienes en los años de gloria vimos jugar al “torito” Aguirre –el mejor jugador argentino de todos los tiempos– cuando le ganábamos caminando a todos los porteños. No estoy con la moral suficiente ahora para escribir sobre River, en este vergonzoso paso, yo que vi jugar a aquella ‘máquina’ riverplatense con Barrios, Vaghi y Ferreyra; Iacono, Rodolfi y Ramos; Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. ¡Qué equipo, qué jugadores! Más todavía, vi al equipo anterior a ese que todavía me gustó más: Bossio, Juárez y Cuello, Malazzo, Minella Wergfiker; Peucelle, Labruna, Bernabé Ferreyra, Moreno y Pedernera. Qué equipo, señor. Y eso que no ganaban millones como ahora. Ni tampoco necesitaban ni concentración tres días antes ni entrenamiento. Moreno decía que los domingos, antes del partido, siempre se comía un pucherito de gallina y se tomaba tres cuartos de tinto. Cómo manejaban la pelota, eran ángeles en el paraíso verde”.
Sí, y ahora esto, del descenso sí o no de River. Como el querido equipo canaya. Con el mail en pantalla me puse a pensar con tristeza de tablón. Y me decidí y le contesté al jefe: “Bueno, señor director, lo haré, qué espacio tengo”. Y aquí estamos, escuchando el partido por pantalla.
Ni por los cordobeses ni por los patéticos millonarios. Por el má mejor. Pero antes me doy el gusto. Enciendo el televisor: se está jugando en tierra germana el campeonato mundial de fútbol femenino. Justo ahora, Alemania contra Canadá. Las alemanas ya dos veces seguidas campeonas mundiales. Los dos últimos, en el 2003 y en el 2007. Pese al machismo. Porque es increíble, pero en Alemania hasta no hace tanto estuvo prohibido el fútbol femenino. Y eso que el hombre alemán no es nada machista. Pero que no le toquen su deporte sagrado. Son increíbles las recientes declaraciones de hombres del deporte alemán que fueron preguntados acerca de qué piensan sobre el fútbol jugado por mujeres. Se puede hacer una galería de burradas. El famoso Gerd Müller, coronado en toda clase de campeonatos y goleador de las selecciones, respondió taxativamente: “Que vayan a la cocina”, y agregó: “A mi mujer no le permitiría jamás jugar al fútbol”. Otro famoso jugador, Rudi Völler, al hablar mal de un árbitro, dijo: “Ese dirigió el partido igual que las mujeres juegan al fútbol”. Berti Vogts, jugador y ahora técnico, señaló: “En sí no estoy contra el fútbol femenino, pero hay tantos deportes bellos... ¿Por qué justamente a las mujeres se les ocurre jugar al fútbol?”.
El fútbol femenino estuvo prohibido en Alemania hasta 1962. El presidente de la Asociación del Fútbol alemán de aquel tiempo, Peco Bauwens, señaló: “El fútbol no es un deporte para mujeres. Nosotros no vamos a perder el tiempo en ese tema”.
El entrenador Sepp Herberger, campeón mundial en 1954, dijo: “El fútbol no es un deporte apropiado para mujeres porque es un deporte de lucha”. El futbolista Max Morlock sostuvo hace unos días: “Yo les recomiendo a ellas que practiquen natación, atletismo, ejercicios físicos o andar en esquí. Esas son actividades para mujeres”. Y otro futbolista alemán de los buenos, Rudi Gutendorf, ya llegó un poco al machismo más pesado cuando por la radio sostuvo: “En la cama, sí, la mujer es una figura magnífica, pero en una cancha de fútbol se me aparece como una figura del espanto”.
Todo esto en Alemania, un país nada machista, donde las mujeres gozan de todas las libertades. Lo interesante sería, por ejemplo, hacer una encuesta sobre qué piensan los hombres argentinos sobre el fútbol femenino. Creo que llegaríamos a un estudio interesante en la relación mujer-hombre. Me gustaría que esa investigación la realizara nuestra colega Sandra Russo, que tiene un olfato especial para esos temas. Sí, es una lástima no ver a un equipo femenino argentino de fútbol en este torneo mundial cuando, por ejemplo, están representados por ellas Brasil y Colombia.
Pero vayamos a los partidos; River contra Córdoba, por el honor de jugar en primera; y Alemania contra Canadá (campeonato mundial de mujeres).
Reinicio la nota. Han terminado las mujeres de correr tras el objeto redondo.
Parecieron figuras de ballet con la música de fondo de un público esencialmente femenino y de chicos. Ninguna violencia. Aplausos, besos, abrazos. Ganaron las alemanas 2 a 1, aunque merecían ganar por más. Se perdieron varios goles cantados. Fueron sin duda superiores a las canadienes. El público se retira. Hay música de valses.
Lo de River y los cordobeses terminó muy mal. Recuerdo cuando se inauguró el Monumental ahí en Núñez. Fue en 1939. Se habló mucho en los discursos de la nobleza del deporte, todo se hacía por el afán de jugar y mostrar la destreza física.
Hoy, River nos demuestra lo caído que está nuestro fútbol, los negocios, el dinero, las pésimas administraciones. Ironías del destino, ahora acompañará a los canayas entre los clubes del descenso.
Del final con música de valses en el fútbol femenino a las pedradas y la violencia de anoche, en las tribunas porteñas. No puedo seguir la nota. Tristeza.
Pero vamos a terminar con algo de humor. Un periodista uruguayo, cuando termina aquí el partido del campeonato mundial femenino, me pregunta cómo anduvo River. Le contesto que se fue al descenso. Y me responde: “Deciles que contraten a las once alemanotas de hoy, que los van a llevar de nuevo a Primera”.
Me quedo pensando. No estaría mal equipos mixtos de fútbol, de hombres y mujeres. Tal vez acabaríamos para siempre con la violencia.
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