OPINION
No pudieron los que más saben
› Por Diego Fischerman
Torneos de verano aparte, el episodio más detonante del receso futbolístico fue el retorno de Carlos Bianchi a la dirección técnica de Boca Juniors. Con un contrato cuyas cifras en nada se condicen con la devastación que la Argentina soportó en la continuidad menemista-delarruista-duhaldista y que únicamente pueden explicarse en el golpe de efecto para quienes creen que la omnipresencia de quienes están en el banco pero no juegan puede ayudar a catapultar a Mauricio Macri a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Como si algún golazo del Chelo Delgado o algún caño del mellizo Guillermo tuviesen menos valor futbolero que la cámara de piso de Torneos y Competencia tomando a Bianchi en primer plano haciendo buches mientras mira el partido.
Así las cosas, más que la reanudación del torneo y el partido contra Nueva Chicago, el clima creado le daba más expectativa a la vuelta del técnico que al encuentro en sí. Pero si de técnicos se trata y de sus historias como jugadores, Bianchi fue un goleador casi irrepetible, tanto en la Argentina como en Francia, y Gorosito un creador exquisito y nada de lo que ellos fueron se reprodujo en lo que sus equipos hicieron ayer. Una vez más como repensarse esta historia de lo muy poco que tiene que ver cómo jugaron cuando eran jugadores, respecto de cómo juegan ahora los jugadores que dirigen estos ex jugadores que ahora son técnicos.
Tantas veces se han peyorativizado malos partidos con aquello tan injusto de “parecen partidos de potrero”. Como si los de potrero fuesen desquiciables. Y éste fue uno de ésos. Según el caso, el vértigo puede ser un atenuante para las imprecisiones. Ni siquiera hubo vértigo. Sí imprecisiones, forcejeos, futbolistas que atropellaban la pelota.
A los veintiocho del primer tiempo, después de dos rebotes Ezequiel González puso el 1-0, cuando Boca no era demasiado más que un, por ser generoso, parsimonioso Nueva Chicago, que tenía a Tilger solo de punta, con Couceiro solo como enganche. Pero así y todo Boca no le encontraba la vuelta.
En el segundo tiempo, por lo menos en las intenciones, Boca pareció animarse algo más. Seguían las subidas de Clemente Rodríguez y los intentos de los que más saben. Pero ni Donnet, ni Ezequiel González, ni el mellizo Guillermo, ni Delgado pudieron cambiarle la cara a un partido que solamente tuvo como ingrediente complementario el cabezazo de Donnet para el 2-0 final.
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