La vorágine de los campeonatos argentinos lleva siempre a un análisis, muchas veces, apresurado, y la jornada de ayer es un claro ejemplo. La victoria agónica de Tigre sobre Boca dejó el campeonato abierto en los dos frentes, tanto en la pelea por el título como en el descenso. El conjunto de Arruabarrena logró frenar la racha de tres derrotas consecutivas y no les perdió pisada a sus rivales en su pelea por no descender, mientras que a los de Falcioni los alcanzó Newell’s en la cima y son varios los que se acercaron como para ilusionarse con pelearle el campeonato.

Con el resultado inverso al que se dio, las cuentas serían bien diferentes: a siete puntos de un San Lorenzo en levantada, Tigre comenzaba a perfilarse como acompañante en el descenso directo de Olimpo, que ya parece condenado por resultados y rendimientos. Sin embargo, el triunfo de ayer dejó a los de Victoria a cuatro puntos de su rival directo, con la posibilidad de hundir más a los bahienses en la próxima jornada y con la chance latente de superar a los recién ascendidos Rafaela y San Martín de San Juan si sufren algún tropiezo.

Lo mismo hubiese sucedido en la punta. El hipotético triunfo de Boca lo dejaba único puntero, con tres puntos de ventaja sobre Newell’s y el resto persiguiendo. Y ni hablar de lo que hubiese potenciado el falso debate de si Boca juega mejor cuando Juan Román Riquelme no está en la cancha. Pero con el 1-2 consumado, las limitaciones creativas del equipo sin un conductor quedaron expuestas. Y en la tabla, los de Falcioni ahora comparten la punta con los rosarinos y atrás viene una larga lista de pretendientes: Vélez, cuando se le compute el triunfo ante San Martín de San Juan, quedó a un punto de los líderes; Arsenal, a pesar de su caída en Santa Fe, sigue a dos; y Tigre, gracias a la victoria, se volvió a prender y marcha a tres. Está claro que para análisis más concretos, hay que esperar algunas fechas más.