La belleza no es disimulo
Por S.F.
Desde los medios se insiste en lo “excitante” que es el circuito de tenis femenino, pero sin dudas algo falla en él cuando sus responsables huyen del puesto a los pocos meses de haberlo asumido. Martina Hingis, las hermanas Williams, Jennifer Capriati y, sobre todo, Anna Kournikova, disimularon en los últimos años los problemas estructurales del tenis femenino, que está muy lejos de la eficiencia de sus colegas masculinos de la ATP, aun cuando allá las cosas tampoco están en su mejor momento.
En los últimos tres años, la WTA tuvo dos directores ejecutivos. Bart McGuire duró poco más de un año, el mismo tiempo que Kevin Wulff, un ejecutivo de la industria deportiva estadounidense al que casi no se le vio la cara y que prefirió regresar en enero al mismo puesto que había dejado 17 meses antes. “Todos nos dimos cuenta finalmente de que no era el hombre adecuado”, admitió la estadounidense Lindsay Davenport. “No nos podemos equivocar otra vez.”
La apuesta de la WTA se llama Larry Scott, que es nada más y nada menos que el número dos de la ATP. Pese al fracaso del contrato con ISL a fines de 1999, el director ejecutivo de la ATP, Mark Miles, va camino de cumplir su decimotercer año al frente de los hombres. Ahora, por si fuera poco, pone a su número dos al frente de la WTA.
Las diferencias entre hombres y mujeres son claras. Los hombres tienen un circuito mucho más integrado, con presencia en más países del mundo que las mujeres y 100 jugadores que dan espectáculo. El circuito femenino mejoró mucho respecto de los tiempos en que sólo un partido con las diez mejores del mundo garantizaba cierto atractivo, pero sigue dependiendo en exceso del mercado estadounidense. Y el respaldo comercial de la WTA tampoco es sólido.
Considerada la jugadora más grande de todos los tiempos, Martina Navratilova asegura que estará involucrada en el manejo futuro del tenis femenino, y promueve un sindicato de jugadoras. “Hay una enorme cantidad de promotores, una enorme cantidad de patrocinadores, muchos lugares donde jugar, pero sólo diez jugadoras top-ten. Sólo hay una Serena Williams, no se la puede sustituir...”