LOS NUEVOS CONSTRUCTORES SE INCLINAN POR LOS MOTORES NAFTEROS
El consenso es unánime acerca de que los diésel son los mejores motores para el Dakar, pero los dos últimos equipos en llegar, Toyota y Ford, han optado por la nafta. Se trata de una decisión motivada por una circunstancia ajena al rendimiento: la necesidad de reducir costos.
“Si mi presupuesto fuese ilimitado, habría elegido el diésel”, admite el ingeniero de cuya mente surgió el Ford Ranger, la novedad de 2014, Bern Wellmann. “De hecho, el par motor que ofrecen los diésel de 3 litros con turbo es tremendo, al contrario que los motores de nafta, que presentan una aceleración más bien lineal. La ventaja se ve en todos los terrenos y es mucho más decisiva que la potencia pura. Ahora bien, el inconveniente es que se trata de una tecnología extremadamente cara debido a su fragilidad. Al final, para evitar el riesgo de una rotura, hay que cambiar todos los inyectores cada dos o tres etapas, lo que dispara los costos. En cambio, nuestro V8 naftero de 5 litros de cilindrada es más sencillo y robusto, y en situaciones normales no habría que tocarlo en absoluto a lo largo de la carrera. Por esa razón, la nafta es ante todo una elección económica. Aunque parezca lo contrario.”
Económica en todos los sentidos del término, tal y como lo confirma Glyn Hall, el director del equipo Imperial Toyota, segundo el año pasado con Giniel De Villiers: “Es verdad que la reglamentación actual favorece más a los motores diésel que a los nafteros, porque la brida de admisión es más pequeña. Si hubiese tenido elección, me habría inclinado por un motor diésel”.
La ventaja del diésel también se constata al volante. Así lo confirma el último competidor que, en el Dakar 2007, venció con un motor naftero, un piloto que, desde entonces, obtuvo dos victorias más, en 2012 y 2013, al volante de un mini diésel: Stéphane Peterhansel. “Al principio, lo que llama la atención del diésel es que el motor ofrece toda la potencia muy rápido a bajas vueltas y hace falta aguantar ese régimen para extraerle el máximo rendimiento, mientras que, por regla general, en un motor naftero mantienen altas las revoluciones. Hay que acostumbrarse, pero con unas cuantas horas de manejo es suficiente. Después, el par motor de los diésel es un plus enorme frente a los nafteros, en especial en nuestro ámbito, donde el par motor es primordial. La ventaja se mantiene en cualquier tipo de terreno, así que, aunque el reglamento evolucione, para mí, hoy, el motor diésel sigue siendo el arma definitiva para ganar.” Siempre que se tengan los medios, por supuesto.
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